
In the mood
(Glen Miller)
-No me gusta para nada esa idea. Me esta observando, se va a molestar.
-La verdad me vale madres lo que piense tu papá.
-Oye, no te expreses así.
-Hay, la señorita nunca a escuchado esas palabras. Me viene valiendo.. Me quede callado, el cambio en su rostro me hacia sentirme vivo, decidí no provocarla más. El salón estaba abarrotado, el grupo musical tocaba una pieza popular, jazz candente, lleno de energía, lleno de vida. ¿Me permites esta pieza?
-Ya te dije que se molestara. Dijo terminando con una sonrisa.
-Y yo ya te dije lo que opino de ello. Me levante ignorando los gestos que pasaban por su rostro. Le acerque la mano. ¿Vamos?
Suspiro, no le quedaba de otra. Se dejo llevar a donde mi mano deseara, la conduje a la pista, llena de bailarines de traje, nos escurrimos entre la multitud, llegamos al centro. Su vestido color plateado me deslumbraba, sus ojos obscuros me cautivaban, la amaba, eso era obvio. Alzé su mano en señal de victoria, comencé a moverme con la música, adelante, atrás, mi compás era perfecto y ella lo complementaba dándonos una gracia inusual, la música nos cubrió, nos olvidamos del grupo que poco a poco nos comenzaba a observar, dejándonos la pista para nosotros dos. Su padre me comenzó a mirar con ojos llenos de veneno. Termino la canción, la gente nos aplaudía.
-Tu padre me adora.
-Claro que sí, dijo en un tono sarcástico casi al extremo de molestia, y te ama más desde que me diste este anillo en su cumpleaños, bonito gesto el tuyo.
-Te amo.
-Yo también.
Comenzó la siguiente pieza, ahora más melosa, sin tanta emoción, pero grata al corazón.
-Complazcamos a nuestro público.
-Como tu quieras. Un solo de saxofón lleno el salón, la pasión me envolvió, la deje caer, atrapándola antes que cayera, antes de que abriera la boca para gritar la cubrí con un beso, nos incorporamos, comenzamos de nuevo nuestra danza. La gente nos rodeo, formando un circulo a nuestro alrededor, las parejas estaban alucinadas de nuestra facilidad para unirnos, la cara de envidia de algunas, y de sorpresa de otras, algunos reían recordando antaño o viendo un imposible. Yo ignoraba todo eso, me encontraba con quien quería estar, ella me pertenecía al igual que yo a ella, me detenía para besarle sus labios, su cuello, respirar su aroma, observar su cabello, envidiarme a mi mismo el tesoro obtenido. Nos soltamos por un momento, ella giraba, como una profesional, la capture entre mis brazos, la bese. La pieza termino de nuevo.
-¿Feliz? Dejemos a los demás bailar.
- La noche es larga cariño, como anfitriones tenemos derecho a otra.
-¿Otra? ¿Quien te da derecho a exigir otra? Pregunto en un tono retador, con su sonrisa pícara de siempre.
- Se que mueres por otra. Deslumbremos a nuestro público.
- Se van a cansar de nosotros.
-Hay buen vino y buena comida, los mejores chefs en la cocina y el mejor vino de la ciudad. ¿Qué más pueden desear?
-¿Bailar?
Ignoré el comentario final, le hice una seña al grupo.
-Tocaran mi favorita, así que deslúmbrame. Los saxofonistas dieron la introducción en la famosa lucha de tenores. Seguidos por las trompetas. Mi cuerpo se lleno de vida, vi mi sonrisa reflejada en sus ojos, acaricie su rostro, tome su mano, nos fusionamos con trompetas y saxofones, nos volvimos uno, de nuevo fui cautivado por su belleza, me volví preso, baile como nunca, exprese mi amor en un rápido movimiento de piernas, ella estaba reluciente, me contesto igualmente en un duelo de velocidad, una lucha pasional, se levanto de puntitas y me beso. Hasta ahí llego, mi emoción se disparo a los cielos, las trompetas retumbaron con emoción, un solo de saxofón, todos juntos, bailamos, la música nos seguía, nos complementaba. Silencio. Ahora un movimiento ligero, nos preparamos para el final, nos mirábamos a los ojos, se escuchaba un ligero golpeteo metálico, de nuevo nos veíamos sumidos en la intensidad de la pieza. Un clímax sorprendente, ella giraba como nunca, para llegar a un desenlace de locura. El público aplaudió lleno de júbilo, los presentes en sus mesas se pararon brindando por los recién casados.
-Espero que no seas siempre así. Dijo con los ojos llenos de vida.
-Te acostumbraras.
(Glen Miller)
-No me gusta para nada esa idea. Me esta observando, se va a molestar.
-La verdad me vale madres lo que piense tu papá.
-Oye, no te expreses así.
-Hay, la señorita nunca a escuchado esas palabras. Me viene valiendo.. Me quede callado, el cambio en su rostro me hacia sentirme vivo, decidí no provocarla más. El salón estaba abarrotado, el grupo musical tocaba una pieza popular, jazz candente, lleno de energía, lleno de vida. ¿Me permites esta pieza?
-Ya te dije que se molestara. Dijo terminando con una sonrisa.
-Y yo ya te dije lo que opino de ello. Me levante ignorando los gestos que pasaban por su rostro. Le acerque la mano. ¿Vamos?
Suspiro, no le quedaba de otra. Se dejo llevar a donde mi mano deseara, la conduje a la pista, llena de bailarines de traje, nos escurrimos entre la multitud, llegamos al centro. Su vestido color plateado me deslumbraba, sus ojos obscuros me cautivaban, la amaba, eso era obvio. Alzé su mano en señal de victoria, comencé a moverme con la música, adelante, atrás, mi compás era perfecto y ella lo complementaba dándonos una gracia inusual, la música nos cubrió, nos olvidamos del grupo que poco a poco nos comenzaba a observar, dejándonos la pista para nosotros dos. Su padre me comenzó a mirar con ojos llenos de veneno. Termino la canción, la gente nos aplaudía.
-Tu padre me adora.
-Claro que sí, dijo en un tono sarcástico casi al extremo de molestia, y te ama más desde que me diste este anillo en su cumpleaños, bonito gesto el tuyo.
-Te amo.
-Yo también.
Comenzó la siguiente pieza, ahora más melosa, sin tanta emoción, pero grata al corazón.
-Complazcamos a nuestro público.
-Como tu quieras. Un solo de saxofón lleno el salón, la pasión me envolvió, la deje caer, atrapándola antes que cayera, antes de que abriera la boca para gritar la cubrí con un beso, nos incorporamos, comenzamos de nuevo nuestra danza. La gente nos rodeo, formando un circulo a nuestro alrededor, las parejas estaban alucinadas de nuestra facilidad para unirnos, la cara de envidia de algunas, y de sorpresa de otras, algunos reían recordando antaño o viendo un imposible. Yo ignoraba todo eso, me encontraba con quien quería estar, ella me pertenecía al igual que yo a ella, me detenía para besarle sus labios, su cuello, respirar su aroma, observar su cabello, envidiarme a mi mismo el tesoro obtenido. Nos soltamos por un momento, ella giraba, como una profesional, la capture entre mis brazos, la bese. La pieza termino de nuevo.
-¿Feliz? Dejemos a los demás bailar.
- La noche es larga cariño, como anfitriones tenemos derecho a otra.
-¿Otra? ¿Quien te da derecho a exigir otra? Pregunto en un tono retador, con su sonrisa pícara de siempre.
- Se que mueres por otra. Deslumbremos a nuestro público.
- Se van a cansar de nosotros.
-Hay buen vino y buena comida, los mejores chefs en la cocina y el mejor vino de la ciudad. ¿Qué más pueden desear?
-¿Bailar?
Ignoré el comentario final, le hice una seña al grupo.
-Tocaran mi favorita, así que deslúmbrame. Los saxofonistas dieron la introducción en la famosa lucha de tenores. Seguidos por las trompetas. Mi cuerpo se lleno de vida, vi mi sonrisa reflejada en sus ojos, acaricie su rostro, tome su mano, nos fusionamos con trompetas y saxofones, nos volvimos uno, de nuevo fui cautivado por su belleza, me volví preso, baile como nunca, exprese mi amor en un rápido movimiento de piernas, ella estaba reluciente, me contesto igualmente en un duelo de velocidad, una lucha pasional, se levanto de puntitas y me beso. Hasta ahí llego, mi emoción se disparo a los cielos, las trompetas retumbaron con emoción, un solo de saxofón, todos juntos, bailamos, la música nos seguía, nos complementaba. Silencio. Ahora un movimiento ligero, nos preparamos para el final, nos mirábamos a los ojos, se escuchaba un ligero golpeteo metálico, de nuevo nos veíamos sumidos en la intensidad de la pieza. Un clímax sorprendente, ella giraba como nunca, para llegar a un desenlace de locura. El público aplaudió lleno de júbilo, los presentes en sus mesas se pararon brindando por los recién casados.
-Espero que no seas siempre así. Dijo con los ojos llenos de vida.
-Te acostumbraras.