lunes, 24 de noviembre de 2008

In the mood (Glen Miller)


In the mood
(Glen Miller)

-No me gusta para nada esa idea. Me esta observando, se va a molestar.
-La verdad me vale madres lo que piense tu papá.
-Oye, no te expreses así.
-Hay, la señorita nunca a escuchado esas palabras. Me viene valiendo.. Me quede callado, el cambio en su rostro me hacia sentirme vivo, decidí no provocarla más. El salón estaba abarrotado, el grupo musical tocaba una pieza popular, jazz candente, lleno de energía, lleno de vida. ¿Me permites esta pieza?
-Ya te dije que se molestara. Dijo terminando con una sonrisa.
-Y yo ya te dije lo que opino de ello. Me levante ignorando los gestos que pasaban por su rostro. Le acerque la mano. ¿Vamos?
Suspiro, no le quedaba de otra. Se dejo llevar a donde mi mano deseara, la conduje a la pista, llena de bailarines de traje, nos escurrimos entre la multitud, llegamos al centro. Su vestido color plateado me deslumbraba, sus ojos obscuros me cautivaban, la amaba, eso era obvio. Alzé su mano en señal de victoria, comencé a moverme con la música, adelante, atrás, mi compás era perfecto y ella lo complementaba dándonos una gracia inusual, la música nos cubrió, nos olvidamos del grupo que poco a poco nos comenzaba a observar, dejándonos la pista para nosotros dos. Su padre me comenzó a mirar con ojos llenos de veneno. Termino la canción, la gente nos aplaudía.
-Tu padre me adora.
-Claro que sí, dijo en un tono sarcástico casi al extremo de molestia, y te ama más desde que me diste este anillo en su cumpleaños, bonito gesto el tuyo.
-Te amo.
-Yo también.
Comenzó la siguiente pieza, ahora más melosa, sin tanta emoción, pero grata al corazón.
-Complazcamos a nuestro público.
-Como tu quieras. Un solo de saxofón lleno el salón, la pasión me envolvió, la deje caer, atrapándola antes que cayera, antes de que abriera la boca para gritar la cubrí con un beso, nos incorporamos, comenzamos de nuevo nuestra danza. La gente nos rodeo, formando un circulo a nuestro alrededor, las parejas estaban alucinadas de nuestra facilidad para unirnos, la cara de envidia de algunas, y de sorpresa de otras, algunos reían recordando antaño o viendo un imposible. Yo ignoraba todo eso, me encontraba con quien quería estar, ella me pertenecía al igual que yo a ella, me detenía para besarle sus labios, su cuello, respirar su aroma, observar su cabello, envidiarme a mi mismo el tesoro obtenido. Nos soltamos por un momento, ella giraba, como una profesional, la capture entre mis brazos, la bese. La pieza termino de nuevo.
-¿Feliz? Dejemos a los demás bailar.
- La noche es larga cariño, como anfitriones tenemos derecho a otra.
-¿Otra? ¿Quien te da derecho a exigir otra? Pregunto en un tono retador, con su sonrisa pícara de siempre.
- Se que mueres por otra. Deslumbremos a nuestro público.
- Se van a cansar de nosotros.
-Hay buen vino y buena comida, los mejores chefs en la cocina y el mejor vino de la ciudad. ¿Qué más pueden desear?
-¿Bailar?
Ignoré el comentario final, le hice una seña al grupo.
-Tocaran mi favorita, así que deslúmbrame. Los saxofonistas dieron la introducción en la famosa lucha de tenores. Seguidos por las trompetas. Mi cuerpo se lleno de vida, vi mi sonrisa reflejada en sus ojos, acaricie su rostro, tome su mano, nos fusionamos con trompetas y saxofones, nos volvimos uno, de nuevo fui cautivado por su belleza, me volví preso, baile como nunca, exprese mi amor en un rápido movimiento de piernas, ella estaba reluciente, me contesto igualmente en un duelo de velocidad, una lucha pasional, se levanto de puntitas y me beso. Hasta ahí llego, mi emoción se disparo a los cielos, las trompetas retumbaron con emoción, un solo de saxofón, todos juntos, bailamos, la música nos seguía, nos complementaba. Silencio. Ahora un movimiento ligero, nos preparamos para el final, nos mirábamos a los ojos, se escuchaba un ligero golpeteo metálico, de nuevo nos veíamos sumidos en la intensidad de la pieza. Un clímax sorprendente, ella giraba como nunca, para llegar a un desenlace de locura. El público aplaudió lleno de júbilo, los presentes en sus mesas se pararon brindando por los recién casados.
-Espero que no seas siempre así. Dijo con los ojos llenos de vida.
-Te acostumbraras.

martes, 11 de noviembre de 2008

°-Cuentos-°

El beso.

Me acerco a ti
siento tu presencia
siento tu esencia
siento a la vida misma pasar de tu cuerpo al mío
mi mirada te devora
soy uno en ti
no hay limite para lo que siento.
Ahora
veo tus labios frente a los míos
me acerco a ti
veo tu belleza,
tu sin igual belleza
tus ojos, tus labios.
Los siento cerca
aun mas cerca
que los limites establecidos.
Ahora deliro, un roce
los siento
-¿puedo?
-¿puedo besarte?
repito casi en susurro
juego con ellos
los siento
tan tuyos
y tan pronto míos
y te pregunto
-¿estas segura?
-¿puedo besarte?
es un hecho
mis labios tocan los suyos
sin entregarme
mostrando mi precio
aun sin dejarme ir.
Ahora,
ahora gozo
gozo en la fantasía de que pronto lo serán
de que pronto me pertenecerán
es un juego, le susurro a tus labios,
un juego sin fin, ¿puedo, puedo acaso?
una tortura inhumana, ¿quieres?
es un hecho
vivo por ellos,
es un hecho
el que te estoy besando.




El niño y el pez.


Sus movimientos eran gráciles, casi como los de un ave en el cielo. El agua no se preocupaba por sus movimientos, está, seguía inmóvil, ignorando al pequeño pez. Pero alguien si se fijaba en el, un pequeño niño, a orillas del estanque, haciendo caso omiso de las suplicas de su madre por que se alejara, observaba al diminuto pez. El niño zambullo, intentos inútiles por capturar en sus pequeñas manos al ágil pez. No podrás capturarlo. Le decía su madre. Pero el niño seguía ahí, observando la belleza del pequeño pez, no tenia ojos para otro, el quería al pequeño, al de brillantes colores. Te vas a caer, aléjate ya. Seguía observando, zambullo su mano, lo toco, escamas suaves y babosas, por el efecto del agua, una sensación única que cautivo al pequeño. Tenía la ilusión, el pequeño pez sería pronto su tesoro. Si lo sacas del agua se va a morir. En sus ojos brillaba la victoria. Fue un golpe de suerte, gran velocidad, directo al blanco, ahora estaba en su mano. Mamí, mamí, lo tengo, lo tengo. Gritaba eufóricamente el niño. Sacó al pequeño pez del tranquilo estanque, se movía locamente, de un lado a otro, era tan resbaloso, se liberó. Dio un enorme salto, regreso a las aguas, alejándose a gran velocidad. De la cara del niño salieron hermosos cristales, recorriendo su rostro hasta caer al estanque. Comenzó a llorar. Te dije que se iría, no me hiciste caso, no llores. La madre se acercó a su hijo, tomó una de sus pequeñas manos. Mañana tendrás más suerte, mañana será tuyo. El niño se secó la cara, en sus ojos brillo de nuevo la esperanza. Mañana será mi día. Expresó alegremente.


La ruta.

El muchacho veía por la ventana
veía pasar edificio tras edificio
olvidando el fresco del invierno
ignorando la gente a su lado.
Tenía una mirada perdida
una mirada extraviada
solamente era seguir
solamente era continuar la vida
un paso tras otro, una existencia sin sentido
¡prefiero soñar que vivir!,
exclamó al cielo,
en un canto de suplica.
Los ocupantes de los otros asientos lo voltearon a ver
el simplemente
cambio de canción.

lunes, 3 de noviembre de 2008

El río de la vida.

El río de la vida.




Deje la cabaña atrás, era el momento de tomar mi camino, no el de mis padres ni abuelos, si no el
mío, el que yo escogiera. La canoa estaba cerca, mi sueño, llegar al mar, a su costa, a su arena,
dejar la selva, sus altos árboles y su humedad, llegar al sol, dejar la sombra, cocodrilos por
tiburones, plátanos por cocos, tucanes por gaviotas. Ese era mi sueño, las olas, mar abierto.
Tomé mis remos, prepare una maleta, una pequeña, algo de ropa, algunos frutos. Deje mis zapatos atrás, mis pies desnudos tocaron el lodo. Caminé, caminé, deje atrás lo que me ataba. Mi familia, mis amigos. Era el momento de escoger. Dejar atrás, buscar algo, lo nuevo.
Pase por el viejo muelle de madera, tablas con hongos, húmedas, sonando con cada uno de mis
pasos. Comenzaba a amanecer. Me comencé a alejar, remé y remé, intentando olvidar, para conocer, para adentrarme en este mundo nuevo, desconocido para mí. Ahora cruzo los límites, los prohibidos por la sociedad, de lo moral, de lo físico, de lo real. Los manglares, cubren la vista, solo me guio por la pequeña corriente, que baja por la montaña, domada por rocas y ramas, troncos e infinidad de plantas, para llegar a un delta de sueños, de lo dulce a lo salado. Un océano
indomable. Mi sueño de llegar, un océano por domar, una nueva vida, un nuevo sueño, el lejano
océano, sus olas, sus costas, palmeras y gaviotas, de arrecifes, un océano de coloridos peces, de
delfines, fieros tiburones, barcos y veleros, negras tormentas, un océano de majestuosos
amaneceres. Por ahora navego en aguas turbias, peces pequeños, días sin sol, noches sin luna,
cantos de aves coloridas, moscos, insectos, arañas y serpientes venenosas. Mi sueño es el cambio,
mi sueño es vivir la vida.
Me deje llevar, la corriente comenzaba a ser fuerte, se escuchaba a lo lejos el caer del agua, el
movimiento de cientos de ramas con el paso del viento, monos, ruidos de bestias, un canto de
muerte, un canto sin vida, no como el de mis sueños, no como el de mi esperanza en ver el sol.
Remé contra corriente, sabiendo que el camino no era el correcto. Algo tenía que hacer, mi barco
se destrozaría, pero mis sueños no. Tome una liana, salte, de nuevo el lodo. Se fue, pronto se
desplomo, las piedras la trituraron, ahora estaba solo, con un sueño, que me permitió avanzar. Seguí el río, tome de su agua, me alimente de sus peces, el recorrido sería aun más largo, más no
me rendiría, yo llegaría.
Entre piedras y ramas, el río encogía y crecía, el camino se tornaba en momentos difícil,
intransitable, pude detenerme, regresar, pero mi decisión ya estaba hecha, yo estaba seguro,
sabia cual era el camino a seguir, hacia adelante, nunca retroceder. Los débiles rayos de sol
murieron, dejando caer las gotas de una lluvia, las copas de los altos arboles detenían el paso
de la furia de esta, de ese mundo distante se escuchaba el eco de los truenos. Las gotas eran
grandes y pesadas. La humedad aumento, los mosquitos despertaron, buscando presas, me
encontraron, comencé una lucha inútil, camine entre hormigas, cerca de serpientes, y ellos me
siguieron. Me lance de nuevo al río. El agua estaba fría, traída desde las montañas, de nuevo me
deje llevar, la corriente era lenta, me arrastraba, toque el fondo musgoso, lleno de pequeñas
piedras, pulidas por el pasar del agua, pequeños peces iban a mi lado, los ojos de un halcón me vigilaban, un ciervo caminaba a mi lado. Me salí, no estaba en mi naturaleza dejarme llevar. Había una casa cerca de la orilla. Una señora
salió al verme.
-Vente muchacho.
Entre sin pensarlo, me acobijo, me alimento, me pregunto, le conteste, platicamos por horas.
Llego la noche, la casa era cómoda, no había mosquitos, ni la humedad de la selva. Había una
pequeña chimenea que calentaba la habitación.
-Quédate a cenar, vendrá mi hija.
Era tentador, podría seguir mañana, un cambio de planes, no era malo, solo era cuestión de
decidir.
La muchacha entro en la habitación, sin hacer ruido acento unos peces en la mesa. Prepararon la
comida. No podía dejar de verla, su pelo castaño, sus pequeños ojos, una belleza vista solo en
sueños, me cautivo, me perdí, la observaba de un lado a otro. Ella me vio, con esos ojos, sonrió,
le sonreí. Estaba perdido. Se acercó a mi, se sentó en mis piernas, me besó.
-Dice mi madre que te iras mañana quedate.
-Lo pensare.
Esa noche no dormiría, no dormí, pensé y pensé, los sueños me intentaban atrapar, mantenía mi
mente en blanco, pensaba, intentaba decidir, ahora me encontraba cegado por una nueva sensación antes desconocida, ahora familiar, conocida, amada, como vivida una eternidad con apenas unas horas de conocerla, ya soñaba con ella, con su mirada, con tenerla a mi lado, el océano se alejaba, el océano se veía distante. Desperté. Salí de la casa.
-¿Te vas?
No quise voltear.
-Llévate el bote.
No debía voltear, tome el bote, los remos estaban ahí, con algunos pescados. No pude resistir, di
media vuelta, ahí estaba, me beso.
-Te esperare.
Me fui pensando en ella. Fue difícil, pero el camino requería toda mi atención, ahora la
corriente era más rápida, evadir rocas y ramas se volvía tedioso, esperaba ansiosamente el mar,
esa arena caliente por el sol, fresca por las aguas marinas. La escasa vegetación, sombra de
palmeras, agua de coco. El río comenzó a ensancharse, pegue con una roca, entro agua, empezaba a amanecer. No era mucha, otro golpe, ahora si entraba bastante agua, un tercer golpe, el hoyo era grande. Comencé a sacar agua, no perdería mi bote, una vez lo había hecho, pero acababa de iniciar, tenia energías para caminar, dejarlo ahora, agotado y sin rumbo, el agua
entraba por montones, mis pies estaban ya mojados. El bote se detuvo. Se comenzó a hundir. La
orilla estaba lejos. Me lance al agua. Algo me mordió en mi frenético escape. Ahora sangraba del
costado. Me sentía mareado. Mi fuerza interna palidecía, se apagaba por ese frio nuevo. No, no
podía dejar mi sueño morir. Tenia que ver el mar, camine, camine de nuevo, paso tras paso,
sacando una fuerza inexistente, una fuerza que vencía al veneno de la vida. Luche, ahora pálido y
tembloroso, escuche el mar.
Naci de nuevo, olvide la herida, olvide la vida pasada, los problemas. Corrí dejando atrás,
aprendiendo a dejar atrás. Sin pensarlo camine, guiándome de ese sonido, olas que golpeaban, un
recuerdo de niño. Moví unas ramas, ahí estaba. Un amanecer majestuoso, una brisa marina, que
movía a pequeñas gaviotas, el choque del agua salada y el agua dulce creaba hermosos colores, una agua cristalina, delfines en la costa, un sueño alcanzado, la vida soñada, me dejo caer, siento la arena, el sol se levanta, se siente su calor, la sombra de la palmera. El sonido de las olas, el canto de gaviotas, el olor a mar, el olor a un sueño, una vida soñando en espera de vivir, de vivir soñando....




Hoy, gracias a ti
de la necedad pase a la poesía
de la poesía al arte
del arte a lo escrito
de lo escrito a un cuento
del cuento a un personaje
un personaje con cierto destino
un destino incierto
destino necio que hoy me inspiras.
Mario.