lunes, 3 de noviembre de 2008

El río de la vida.

El río de la vida.




Deje la cabaña atrás, era el momento de tomar mi camino, no el de mis padres ni abuelos, si no el
mío, el que yo escogiera. La canoa estaba cerca, mi sueño, llegar al mar, a su costa, a su arena,
dejar la selva, sus altos árboles y su humedad, llegar al sol, dejar la sombra, cocodrilos por
tiburones, plátanos por cocos, tucanes por gaviotas. Ese era mi sueño, las olas, mar abierto.
Tomé mis remos, prepare una maleta, una pequeña, algo de ropa, algunos frutos. Deje mis zapatos atrás, mis pies desnudos tocaron el lodo. Caminé, caminé, deje atrás lo que me ataba. Mi familia, mis amigos. Era el momento de escoger. Dejar atrás, buscar algo, lo nuevo.
Pase por el viejo muelle de madera, tablas con hongos, húmedas, sonando con cada uno de mis
pasos. Comenzaba a amanecer. Me comencé a alejar, remé y remé, intentando olvidar, para conocer, para adentrarme en este mundo nuevo, desconocido para mí. Ahora cruzo los límites, los prohibidos por la sociedad, de lo moral, de lo físico, de lo real. Los manglares, cubren la vista, solo me guio por la pequeña corriente, que baja por la montaña, domada por rocas y ramas, troncos e infinidad de plantas, para llegar a un delta de sueños, de lo dulce a lo salado. Un océano
indomable. Mi sueño de llegar, un océano por domar, una nueva vida, un nuevo sueño, el lejano
océano, sus olas, sus costas, palmeras y gaviotas, de arrecifes, un océano de coloridos peces, de
delfines, fieros tiburones, barcos y veleros, negras tormentas, un océano de majestuosos
amaneceres. Por ahora navego en aguas turbias, peces pequeños, días sin sol, noches sin luna,
cantos de aves coloridas, moscos, insectos, arañas y serpientes venenosas. Mi sueño es el cambio,
mi sueño es vivir la vida.
Me deje llevar, la corriente comenzaba a ser fuerte, se escuchaba a lo lejos el caer del agua, el
movimiento de cientos de ramas con el paso del viento, monos, ruidos de bestias, un canto de
muerte, un canto sin vida, no como el de mis sueños, no como el de mi esperanza en ver el sol.
Remé contra corriente, sabiendo que el camino no era el correcto. Algo tenía que hacer, mi barco
se destrozaría, pero mis sueños no. Tome una liana, salte, de nuevo el lodo. Se fue, pronto se
desplomo, las piedras la trituraron, ahora estaba solo, con un sueño, que me permitió avanzar. Seguí el río, tome de su agua, me alimente de sus peces, el recorrido sería aun más largo, más no
me rendiría, yo llegaría.
Entre piedras y ramas, el río encogía y crecía, el camino se tornaba en momentos difícil,
intransitable, pude detenerme, regresar, pero mi decisión ya estaba hecha, yo estaba seguro,
sabia cual era el camino a seguir, hacia adelante, nunca retroceder. Los débiles rayos de sol
murieron, dejando caer las gotas de una lluvia, las copas de los altos arboles detenían el paso
de la furia de esta, de ese mundo distante se escuchaba el eco de los truenos. Las gotas eran
grandes y pesadas. La humedad aumento, los mosquitos despertaron, buscando presas, me
encontraron, comencé una lucha inútil, camine entre hormigas, cerca de serpientes, y ellos me
siguieron. Me lance de nuevo al río. El agua estaba fría, traída desde las montañas, de nuevo me
deje llevar, la corriente era lenta, me arrastraba, toque el fondo musgoso, lleno de pequeñas
piedras, pulidas por el pasar del agua, pequeños peces iban a mi lado, los ojos de un halcón me vigilaban, un ciervo caminaba a mi lado. Me salí, no estaba en mi naturaleza dejarme llevar. Había una casa cerca de la orilla. Una señora
salió al verme.
-Vente muchacho.
Entre sin pensarlo, me acobijo, me alimento, me pregunto, le conteste, platicamos por horas.
Llego la noche, la casa era cómoda, no había mosquitos, ni la humedad de la selva. Había una
pequeña chimenea que calentaba la habitación.
-Quédate a cenar, vendrá mi hija.
Era tentador, podría seguir mañana, un cambio de planes, no era malo, solo era cuestión de
decidir.
La muchacha entro en la habitación, sin hacer ruido acento unos peces en la mesa. Prepararon la
comida. No podía dejar de verla, su pelo castaño, sus pequeños ojos, una belleza vista solo en
sueños, me cautivo, me perdí, la observaba de un lado a otro. Ella me vio, con esos ojos, sonrió,
le sonreí. Estaba perdido. Se acercó a mi, se sentó en mis piernas, me besó.
-Dice mi madre que te iras mañana quedate.
-Lo pensare.
Esa noche no dormiría, no dormí, pensé y pensé, los sueños me intentaban atrapar, mantenía mi
mente en blanco, pensaba, intentaba decidir, ahora me encontraba cegado por una nueva sensación antes desconocida, ahora familiar, conocida, amada, como vivida una eternidad con apenas unas horas de conocerla, ya soñaba con ella, con su mirada, con tenerla a mi lado, el océano se alejaba, el océano se veía distante. Desperté. Salí de la casa.
-¿Te vas?
No quise voltear.
-Llévate el bote.
No debía voltear, tome el bote, los remos estaban ahí, con algunos pescados. No pude resistir, di
media vuelta, ahí estaba, me beso.
-Te esperare.
Me fui pensando en ella. Fue difícil, pero el camino requería toda mi atención, ahora la
corriente era más rápida, evadir rocas y ramas se volvía tedioso, esperaba ansiosamente el mar,
esa arena caliente por el sol, fresca por las aguas marinas. La escasa vegetación, sombra de
palmeras, agua de coco. El río comenzó a ensancharse, pegue con una roca, entro agua, empezaba a amanecer. No era mucha, otro golpe, ahora si entraba bastante agua, un tercer golpe, el hoyo era grande. Comencé a sacar agua, no perdería mi bote, una vez lo había hecho, pero acababa de iniciar, tenia energías para caminar, dejarlo ahora, agotado y sin rumbo, el agua
entraba por montones, mis pies estaban ya mojados. El bote se detuvo. Se comenzó a hundir. La
orilla estaba lejos. Me lance al agua. Algo me mordió en mi frenético escape. Ahora sangraba del
costado. Me sentía mareado. Mi fuerza interna palidecía, se apagaba por ese frio nuevo. No, no
podía dejar mi sueño morir. Tenia que ver el mar, camine, camine de nuevo, paso tras paso,
sacando una fuerza inexistente, una fuerza que vencía al veneno de la vida. Luche, ahora pálido y
tembloroso, escuche el mar.
Naci de nuevo, olvide la herida, olvide la vida pasada, los problemas. Corrí dejando atrás,
aprendiendo a dejar atrás. Sin pensarlo camine, guiándome de ese sonido, olas que golpeaban, un
recuerdo de niño. Moví unas ramas, ahí estaba. Un amanecer majestuoso, una brisa marina, que
movía a pequeñas gaviotas, el choque del agua salada y el agua dulce creaba hermosos colores, una agua cristalina, delfines en la costa, un sueño alcanzado, la vida soñada, me dejo caer, siento la arena, el sol se levanta, se siente su calor, la sombra de la palmera. El sonido de las olas, el canto de gaviotas, el olor a mar, el olor a un sueño, una vida soñando en espera de vivir, de vivir soñando....




Hoy, gracias a ti
de la necedad pase a la poesía
de la poesía al arte
del arte a lo escrito
de lo escrito a un cuento
del cuento a un personaje
un personaje con cierto destino
un destino incierto
destino necio que hoy me inspiras.
Mario.

7 comentarios:

Ponxo dijo...

El río de la vida. Brillante. Realmente me ha gustado todo el toque sereno, onírico, del que has dotado a este relato.
Es curioso. El cómo solemos usar el agua como elemento de transición, de vida, de muerte, de viaje, de cambio, de purificación.

La melancolía y la soledad que inspiras en éste, lo hace el mejor de todos los que has escrito.

Anónimo dijo...

Muy poético, enserio. Muy bontio también. Supongo que será una especie de reflejo de tus propios anhelos y metas. Te felicito por saber como verter sentimientos en un escrito.

Atte: Rubén

Anónimo dijo...

En general, me agradó. Es excelente el grado de fluidez que lleva; un lenguaje sin trabas, sin exageraciones; un relato que te va llevando de la mano en una historia sencilla y a la vez muy compleja.

Aunque a la vez te excedes ciertamente en la fluidez. Detalles significativos, como el estancamiento del personaje en la cabaña se vuelve una parte de la historia fundamental, pues narra un giro en la misma. Siento que debiste detenerte más ahí.

Ciertos detalles; es un relato que hace falta ser pulido, pero es un lenguaje muy pulcro y muy artístico. Leerlo me recordó aquéllas pinturas impresionistas que vimos en clases de May.

Saludos!

Anónimo dijo...

weno a comparacion del comentario anterior estoy totalmente de acuerdo oviamente no hablo kon ese tipo de palabras, jojo me conoces ovi, peo weno , ovi felicidades!!! me gusto y si me sentaria a leer un escrito como el tuyo una vez mas, muy bueno y bueno la idea que me dio todo esto siempre me ha gustado, eso de perseguir eso que tanto quieres , wowwwwwwww, cien y puntillos extras ovi.........atte:karina verdina :D

Anónimo dijo...

Algunas personas se pasan la vida analizando sus decisionas, otras tomándolas sin pensar en ellas. La gente no comprende que no está aquí para tomar decisiones, sólo para comprender por qué las hace...
Como siempre, empiezo criticando tu ortografía, y en algunos puntos tu falta exageración de signos ortográficos.
Sobre la historia, minimalista y existencialista. No hay abundancia de detalles, y los personajes carecen de importancia, resaltas mucho la situación como componente definitivo de la historia. ¿Transición?, ¿vida y muerte?, ¿tentación y rectitud?, puntos que abarcaste rápidamente pero claramente. Me gustó mucho el mensaje, aunque un poco trillado me pareció innovador...

Mom dijo...

Me gustó mucho, ya que nos llevas increíblemete al lugar que vas describiendo gracias al imaginación. Esa ortografía por piedad!!

Anónimo dijo...

Mario, muy bonito mensage, pero espero tu mismo hagas caso a el y alcanses las metas que buscas, estoy de acuerdo en algunas cosas de todos los msg anteriores, pero te luciste, suerte en ese sueño por alcanzar y a enfrentar los rios y tentacion que quieran impedirte alcansarlos cuidate y suerte tu amigo