miércoles, 8 de abril de 2009

"La decisión"

"La decisión"




Uno suave uno fuerte, uno agudo uno grave. Un tic, un tac. Treinta tics, treinta tacs, dan una vuelta, una tras otra, de uno grave uno agudo, uno suave uno fuerte, un tic un tac. Treinta tics, treinta tacs, dan una vuelta, de tics y tacs, de agudos y graves, suaves y fuertes, de tic, tac, tic, tac, que dan otra vuelta, que forma un paso de tic, tac, uno agudo otro grave, uno suave otro fuerte, uno tras otro, vuelta tras vuelta.
Una manecilla avanza indicando el Tic, otra manecilla avanza indicando el Tac, treinta movimientos en tic, treinta movimientos en tac, termina otra vuelta, inicia una nueva, de tics y tacs. El muchacho seguía ahí, observando su reloj, viendo el pasar de los segundos, contemplando los minutos, esperando el recorrido de las horas, viendo el día terminar con el sol ocultándose en el horizonte.
-¿Ya es hora?- Se preguntaba el muchacho al borde de un risco en espera de una respuesta.
-Eso tu lo decides- Le respondió la voz que esperaba.
-¿Y si decido ahora?-
-No sería el momento adecuado-
-Dijiste que era mi decisión-
-No te lo he negado-
-Pero tú dijiste que no era el momento adecuado-
-Y no lo es, si esperas, ya llegara-
-Ya no quiero esperar más, he esperado lo suficiente, voy a saltar-
-Salta si es lo que tanto deseas- El muchacho se quedó ahí observando sin comprender las palabras de la lechuza. -Anda salta- lo volvió a retar.
-No saltaré, eso es lo que tu quieres, que me rinda, sabes qué, no lo haré- dio unos cuantos pasos atrás para alejarse del risco, dio media vuelta y marchó por donde había venido.
-¿A dónde vas?- Le preguntó la lechuza algo consternada.
-A ti que te importa. Seguiré esperando-
-¿No crees que ya esperaste suficiente?- La lechuza seguía sentada en una rama de un árbol cercano. –No va a caerte del cielo lo que buscas-
-En eso se equivoca señor lechuza- alzó la mano y señalando al cielo exclamó.-Mira, ahí viene-

En las alturas se podía observar a un ángel. Con gracia sin igual se acercaba en una forma de vuelo curiosa, él o ella bajaba lentamente, aleteando para contrarrestar la gravedad. La creatura bajo lentamente hasta tocar el suelo, luego se aproximó al muchacho. Su rostro perfecto generó un movimiento apenas perceptible para el ojo humano, sin crear arrugas o imperfección alguna abrió la boca y en lo que fue un canto celestial le habló al muchacho.
-Perdón por hacerte esperar- El muchacho quedó hipnotizado ante aquellas palabras, apenas y sin conseguir cerrar la boca entre una y otra palabra le contestó.
-Te perdono-
La creatura angelical lo contempló, movió su rostro ahora para formar un gesto similar a la sonrisa humana. Era perfecta, imposible de alcanzar para un ser ordinario, el muchacho seguía inmóvil, boquiabierto incapaz de formular palabra alguna, ni siquiera era capaz de mover un solo músculo de su cuerpo. Estaba ahí, solamente respirando, de pie ante esa creatura angelical, maravillado por el gesto de la creatura.
Sin cambiar el gesto, la creatura tomó la mano del muchacho y lo guió por un camino. La lechuza observaba la escena extrañada ante los sucesos. Se recobro enseguida del aturdimiento al ver que la creatura se llevaba al muchacho, extendió las alas y voló detrás de ellos. Se dirigían a un verde prado que se extendía a lo lejos de la pendiente. Bajaron por la pendiente alejándose del lugar del encuentro. Las constantes subidas y bajadas no le permitían al muchacho ver al lugar al que se dirigía, eso en verdad no le interesaba, el seguía incapaz de realizar acto alguno que involucrara el uso de su razón. Seguía ciegamente a donde lo llevara la creatura angelical, mientras que este ser seguía el camino de memoria, ya que de igual manera, no perdía de la vista al muchacho con un gesto en el rostro similar a la sonrisa humana. La lechuza los seguía desde lo alto.

El ave comenzó a desesperar, ya que esta no dejaba de gritarle al muchacho, por mucho que lo llamase este no reaccionaba, esa creatura angelical no era de confiar, la lechuza tenía un mal presentimiento sobre aquella creatura. Frente a ellos, a unos escasos metros, se extendía una extensa pradera, de verdes colinas y escasos arboles. La lechuza sobrevoló el área, adelantándose para esperarlos en un árbol del prado.
El muchacho y la creatura llegaron después de un rato, seguían tomados de la mano sin despegar la mirada el uno del otro. La creatura con una sonrisa similar a la humana y el muchacho boquiabierto con la mirada perdida. Al llegar cerca del árbol la creatura se detuvo y exclamó.
-Ya es hora-
-¿Tan pronto?- exclamó el muchacho sorprendido.
La lechuza extendió sus alas y en la velocidad en que se lanza para cazar aterrizó entre ambos forzándolos a separarse. Extendió su fino plumaje en una posición amenazante.
-¡Deja al muchacho!- Terminó la frase con un –Uh, uh-
-Ya es hora lechuza, déjame hacer mi trabajo-
-No ha llegado su hora, déjalo decidir-
-Tu no decides ave- El rostro angelical desapareció para dejar a la vista una mirada incomprensible. Por instinto la lechuza retrocedió, el ángel extendió sus alas sin soltar al muchacho. Volteó a verlo de nuevo, regresando su rostro a la forma anterior, de nuevo deslumbraba el gesto similar a la sonrisa humana. –Vamos muchacho, ya es hora- su canto no fue suficiente, el muchacho había despertado del transe.
-¿No que esa era mi decisión?- Preguntó el muchacho en un tono flojo, como el de alguien que acaba de despertar de un largo sueño, bostezó.
-Tú decides, ignora a esa creatura- Dijo en alto la lechuza que aun seguía con las plumas erizadas.
-¡Calla!- Le recriminó la creatura angelical, su rostro cambiaba una y otra vez dependiendo de a quien observara,-Vamos muchacho no me hagas perder mi tiempo-
El muchacho no contestó, se mantuvo en su lugar sin pronunciar palabra alguna.
– Salta muchacho, salta- Dijo la creatura angelical ansiosamente.
Esta vez la ignoró, observó su reloj. Escucho el tic, escucho el tac, treinta tics, treinta tacs, una vuelta tras otra el tiempo seguía su ritmo.
-No saltaré- dijo con tal determinación que intimidó a la creatura, haciéndola doblar sus alas y retroceder.-No lo haré, tal vez no lo tenga que hacer, he decidido esperar-
El rostro del ángel quedó completamente inexpresivo.
-No puedes negarte- reclamó- tu ya habías decidido, esa lechuza hizo trampa- La creatura angelical extendió de nuevo las alas, estiró su brazo y encajando las garras en el muchacho se lo llevó por los cielos en dirección al precipicio. La lechuza no tuvo más opción que seguirlos.

Con el viento pegándole a toda velocidad y la fuerza de gravedad jalándolo hacia la tierra, el muchacho ahora cubierto por la sangre que escurría de sus hombros batallaba por librarse de las garras de la creatura angelical aunque esto lo llevase a una muerte segura. La lechuza los seguía de cerca, su tamaño la hacía hábil en el cielo pero aun así no igualaba en velocidad a la creatura. La persecución no fue larga, rápidamente llegaron al precipicio donde todo había comenzado, al llegar la creatura soltó al muchacho que se golpeo contra el suelo. La lechuza aterrizó a unos pasos de ellos.
-¡Déjalo, no puedes decidir por el!-
-Yo no voy a decidir por el- contestó la creatura –el ya a decidido-
El muchacho tardo en reincorporarse, se encontraba en medio de ambos que se encontraban con las alas extendidas dispuestos a atacarse. No tardo en darse cuenta que se encontraba rodeado, un paso atrás se encontraba el precipicio, no había salida.
-¡Salta muchacho, salta!-
-¡No saltaré!-
Todo ocurrió muy rápido pero a la vez en una clase de sucesión de imágenes, primero la creatura se acercó, extendió los brazos y con un simple empujón el muchacho caía por el precipicio. El lo sintiese lento o rápido el tiempo seguía siendo el mismo, el Tic, el Tac, seguían su mismo recorrido sin inmutarse de aquel muchacho que caía a una velocidad sorprendente. La gravedad le cobraba ahora sus favores, las caricias del viento eran ahora latigazos, la eternidad ahora era fugaz, toda su vida pasaba frente a sus ojos en un soplo del viento. El suelo estaba próximo, toda su vida ahora estaba lejana, todo se había solucionado con tan solo saltar, pero, el no había saltado, el no había tomado esa decisión, el había optado por seguir, por luchar, por dar un paso mas haya.
Todo fue muy rápido, de nuevo se encontraba entre la creatura angelical y la lechuza, estas dos platicaban.
-El muchacho a decidido- Dijo la lechuza en un tono triunfante.
- Habrás ganado esta vez, pero la siguiente, te saldrá más cara- La creatura hizo de nuevo ese gesto similar a la sonrisa humana, extendió las alas y marcho hacia la parte más alta de la cúpula celeste.
El muchacho se quedo observando su magnificencia, ignoraba como había logrado evitar los encantos de tal creatura. La alarma de su reloj comenzó a sonar.
-Debo continuar señor lechuza-
-Apúrate, que el tiempo es corto-
-Al tiempo solo hay que saberlo aprovechar señor lechuza- El muchacho suspiró al ver de nuevo el precipicio, sus problemas no eran tantos para tomar aquella decisión, aun no era el momento, observó de nuevo su reloj, escuchó un tic, escuchó un tac, siguiéndole el tic, tac, treinta tics, treinta tacs, uno tras otro, dan una vuelta de agudos y graves, suaves y fuertes, de tics y tacs. El muchacho se sentó de nuevo al borde del risco para presenciar el atardecer al son del Tic, al son del Tac.
De nuevo escribiendo
Mario Ovies Gage

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