domingo, 19 de abril de 2009

"Lago de lágrimas"

"Lago de lágrimas"

Su pelaje relucía a la luz de la luna, el sonido de su trote se ahogaba al pisar las aguas, pringando todo a su paso. Su rumbo era confuso, sin sentido aparente, aunque la noche fuese clara, sin nubes, iluminada por la luna y las estrellas. Un enorme corcel negro, de imponente imagen, brillante pelaje, tenía prisa, aunque no supiese con certeza a donde se dirigía. Las estrellas adornaban el firmamento y la luna, en la parte más alta de este, iluminaba un punto en especial. Una niña se encontraba ahí, sentada sobre una roca en medio de ningún lugar. Abrazaba sus piernas fuertemente, ocultando su rostro cubierto de lágrimas tras de ellas. El corcel se dirigía en aquella dirección, al escuchar tal llanto no dudo en acudir a consolar a la pequeña.

La pequeña lloraba y una a una sus lágrimas caían y formaban el lago en el que sus pies se remojaban. Al escuchar el ruido ahogado que producía el trote del corcel, la pequeña levanto la mirada para ver de qué se trataba. El caballo aminoro la marcha, sin levantar los pasos para no mojar a la pequeña. Cuando quedó junto a ella, la observó detenidamente, sin producir ruido alguno, sin siquiera respirar. La mirada de ambos seres se encontró, la perfección del corcel, su mirada profunda, su pelaje brillante con los ojos rojos de la pequeña, con el rostro humedecido por el llanto, con el cabello enmarañado. La pequeña dejó por un momento de sollozar, reinó un silencio total. El negro corcel quedo conmovido ante tal imagen, de sus ojos nació una sola lágrima, cruzó su rostro y cayó. El corcel relincho tristemente, la gota tocó la superficie del agua sin salpicar. La superficie del lago se mantuvo igual, la pequeña se encontraba nuevamente sola, sollozando en medio de ningún lugar con la mirada fijada donde antes había estado el corcel. Todo regreso a su cauce original, las diminutas lágrimas comenzaron a fluir alimentando al lago a sus pies. Al percatarse de tal soledad, la pequeña volvió a esconder su rostro tras sus piernas para poder continuar con su llanto, llanto ocasionado por alguna razón, razón cuya existencia era meramente inexplicable.

A lo lejos, ante tal llanto, una creatura de pureza innata se sintió atraída al lugar, llamado a acudir ante la pequeña, la figura de un cisne se fue aproximando al lugar. La noche seguía su ritmo, mientras el cisne se acercaba. La luna y las estrellas observaban el suceso, el lago de lágrimas rodeaba a la pequeña, que ya no se encontraba en soledad, el ave la hacía compañía. La pequeña dejó su llanto atrás ante la presencia del recién llegado, su plumaje comenzó a brillas al pasar sobre el rayo de luna que iluminaba a la pequeña. Ella no pudo continuar con su llanto ante la presencia de tal creatura, su belleza la tenía impresionada. El cisne levantó la mirada para quedar a la par de la de ella que le miraba fijamente. La niña extendió su mano para acariciar el rostro del cisne. Una lágrima apareció antes de que la pequeña alcanzara tocarlo. La lágrima se deslizo hasta caer en el lago, lo ocurrido anteriormente se repitió, la pequeña se encontraba sola en medio de ningún lugar, rodeada por un lago de lágrimas y vigilada desde lo alto por la luna y las estrellas. Otra vez estaba sola, de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas, brotaban sin parar cayendo como ríos que desembocan en el lago. La pequeña regresó a su posición, abrazo con fuerza sus piernas ocultando el rostro tras de ellas.

Una sombra paso sobre de ella cubriéndola por un momento del rayo lunar. Se escuchó un aleteo y por ultimo un chapuzón. La pequeña alzo la mirada para ver lo que ocurría. Lo que vio la dejo perpleja, deteniendo su llanto de golpe. Una lluvia de pequeños objetos caía del cielo. La pequeña alzó la cabeza para verlo mejor, uno de estos caía lentamente cerca de ella, era blanco y brillante, similar a un copo de nieve. Extendió la mano y lo tomó entre sus dedos, era una pluma y lo que caía del cielo eran cientos de estas.

A lo lejos la sombra de un cisne se aproximaba nuevamente dejando una vereda sobre el lago recién cubierto de plumas. Mientras más se acercaba esta sombra, más velocidad adquiría. Del cielo dejaron de llover las plumas, la pequeña detuvo su llanto limpiándose las lágrimas del rostro. La figura fue cambiando, y el silencio se rompió cuando se comenzaron a escuchar los cascos de un caballo que se aproximaba. La forma del cisne se había transformado en la de un jinete y su caballo en la distancia. Este venía a toda velocidad, los cascos resonaban fuertemente como si estos golpearan suelo firme. La imagen se fue volviendo más clara dejando ver a un joven apuesto montado en un blanco corcel. El jinete aminoro la marcha hasta detenerse, quedando a unos cuantos pasos de la pequeña. EL jinete desmontó y camino en la  dirección en que se encontraba la pequeña. Esta no podía dejar de verlo, no le importaba que caminara sobre una capa de plumas o sobre el agua, o el extraño brillo del corcel. Lo que la mantenía callada era la belleza del joven, de nuevo se limpio la cara y se intentó arreglar el cabello. El muchacho, al quedar junto a ella, le tendió la mano para que esta la tomara. La pequeña se la dio, una sonrisa se dibujo en su rostro. Con ayuda del muchacho se levantó, dejando su niñez tendida en la roca. Sus dedos de los pies sintieron las frías lágrimas que la rodeaban, ahora se encontraba a la altura del joven. Sus miradas se entrelazaron, fueron silenciosos, un beso rápido, suave y delicado. Sus labios se separaron sin más, el joven se dio la vuelta en dirección contraria sin soltar la mano de la muchacha, sin embargo la muchacha se mantuvo en su lugar sin moverse. Dudo de momento el poder seguir sus pasos, ella no podría seguir su camino, ella no podría caminar sobre esa superficie de plumas, ella se hundiría y perecería en el intento. Ella no era como ese joven, ella estaba condenada a vivir la eternidad en esa roca, a estar rodeada de ese lago de lagrimas en medio de ningún lugar, iluminada por un rayo de luna y cientos de estrellas. Ella no era como el.

La muchacha volteó a ver donde antes se encontraba, aquella roca donde antes se había hallado sentada era demasiado pequeña, ella ya no entraría allí. Esa nueva figura que yacía bajo de ella no se lo permitiría, una nueva figura de contornos, una cintura bien formada, piernas largas y delgadas y unos senos antes ausentes. Se llevó la mano al rostro para cerciorarse de que esa extraña fuese ella, la forma de sus labios y de su nariz eran similares, ahora eran más refinados, su rostro era ahora de apariencia delicada. Se sintió perdida ya que la pequeña que antes era había desaparecido, su rostro cambio, se contorsiono regresando  a esa desesperación pasada, las lágrimas comenzaron a brotar. Sintió un jalón en su mano, era el joven, que la invitaba a ir con el. Pero ella no podía, su destino era quedarse ahí en medio de ningún lugar encima de una pequeña roca rodeada de un lago de lágrimas, como el de aquel joven era marcharse en su corcel recorriendo un camino lagrimas cubierto por plumas de cisne.

El joven no dejó de insistir, la jalaba constantemente para que se moviera aunque esta no respondiera. La muchacha bajo la cabeza, dándose por vencida, ella se quedaría ahí mirando fijamente la fina cubierta de plumas por la eternidad. El joven se le acercó y con la mano libre le levanto el rostro, se miraron fijamente y este la beso. Al separarse el muchacho se dio la vuelta en dirección a su corcel, en esta ocasión la muchacha lo siguió, pisando con recelo la capa de plumas con un enorme de temor de hundirse. No hubo paso atrás, el avance fue definitivo, la joven tomo fuerzas y perdió el temor con la confianza que le transmitía el muchacho. Este tomó a la joven por la cintura y la subió al caballo, luego este monto y tomando las riendas partió.

La imagen del corcel y su jinete se fue haciendo pequeña mientras se alejaban, la imagen se fue distorsionando hasta formar una imagen desconocida, de igual manera el sonido de los cascos fue disminuyendo hasta transformarse en un sonido distinto, en un sonido similar a un aleteo. La deforme figura se separó, formando la de dos aves que toman vuelo, la imagen de dos cisnes comenzó a elevarse a lo lejos haciéndose chica hasta desaparecer en el horizonte. El eco del aleteo se unió  al de los casos y al del ya lejano llanto, las estrellas danzaron y la luna observó como llovían plumas sobre un lago de lágrimas en cuyo centro, en medio de ningún lugar, una pequeña lloraba sobre una piedra en espera del príncipe que la rescatara.


Mario Ovies Gage

5 comentarios:

Unknown dijo...

Simplemente hermosa, taly como cuento de hadas, la niña buscando el amor, esperando al principe; está demaciado lindo el cuento

Me gustó mucho todo, la historia, la manera en que redactaste, simple y muy genial.

Sigue con eso Ovi MV, que aqui seguirá tu lectora.

Saludos~!

Anónimo dijo...

Impresionante. Y hermoso. Muy bien escrito y muy bien dado el mensaje. De todos los cuentos que has escrito es uno de los que más me ha gustado. Felicidades Mario.

Atte: Rubén

© ª я ! ∂ ª ∂ dijo...

Excelente Mario, nuevamente un cuento encantador. Estaré pendiente del próximo =)
¡Muchas Felicidades!

u know who i am dijo...

Como ya te dije cada vez que leo tus cuentos romanticos siento que me vuelvo a enamorar, no se que decir a veces creo que bonito hermoso no es suficiente.
Me encanto, la fantasia como esta escrito, la delicadeza, los detalles que pones, no se, esas y muchas cosas mas.
love it

Lilith dijo...

Hola Mario, que precioso cuento, para mi es muy especial, primero por todas las figuras mitológicas, mágicas, que utilizas, y como sabes, la mitología, y los cuentos de hadas son mi gran pasión.

También porque refleja muy bien los miedos de las mujeres, a la soledad, a la violencia, a la vida, y aveces solo el amor te rescata de esos temores. un cuento que recuerda a los mitos de las diosas Inanna, Isis, Nut.

Isis cuando lloraba hacia que se desbordara el Nilo con sus lágrimas.

El dios egipcio Atum creo a la raza humana con sus lágrimas de felicidad.