jueves, 7 de mayo de 2009

“Jugada final”

“Jugada final”



Jugador 1

Una sola carta era la distancia que me separaba del triunfo, un as de corazón, una tercia, un as de diamantes, un póker. Cualquiera de esas era la diferencia entre ganar y perder, un todo o nada. Algo así como vivir o morir, aunque fuera una simple partida en ella se encontraba gran parte de mi dinero. Todos los jueves eran lo mismo, nos juntábamos, unos tragos, las botanas, la mesa de póker, las cartas y una que otra apuesta fuerte. Esta noche, yo era esa apuesta fuerte.

Una mala noche y una tercia convincente me habían llevado a mi situación actual. Siempre me retiraba a tiempo, nunca apostaba si la jugada no era alta, solo apostaba cuando tenía una buena jugada y por eso ahora me encontraba en un verdadero apuro. Mi par de ases y reyes me sembraban un poco de optimismo no era una jugada alta pero lo podía llegar a ser. Con un solo cambio podía ir por el full o con dos cambios podía añorar el póker, pero la suerte no estaba de mi lado aunque yo implorara por su compañía. Una flor había vencido a mi tercia en la partida anterior, ahora me encontraba ante un problema similar, dos pares no eran de gran ayuda,  debía tomar la decisión de cual sería la jugada final.  

Mi rival sonreía por su inminente victoria, parecía tener el juego en sus manos, ya era el momento del cambio y yo aun no decidía, este cambio lo era todo, era el presente y el futuro de la partida. Mientras que el festejaba con su sonrisa la inminente victoria, y yo, con una mirada de derrota lo dejaba derrotarme causándole tal gracia que su sonrisa ocupaba todo su rostro. Simplemente alimentaba su sed de victoria, ambos ya avecinábamos lo que sería el final, ambos adelantábamos algo que aun no era claro, en el momento del cambio, todo podía pasar, pero en este momento lo ignoraba, la derrota y la enorme autoestima del rival me aplastaban. Todo dependería del cambio, la proximidad de la victoria o del fracaso se veía afectada por mi decisión. Los ases lucían mas confiables, parecían ser la única opción ante una victoria aplastante de mi rival, era obvio que mi jugada era menor, tanto optimismo en un jugador de póker quería decir que se tiene una buena jugada o que se intenta dar un bluf magnifico.

A el le tocaba primero, mi jugada estaba ligada a la cantidad de cartas que cambiara, del nivel de riesgo que debía tomar, mis dos pares eran buenos, pero no harían nada contra una flor o un full, debía arriesgar más, su acción indicaría la dirección en que iría mi acción. Tomó una sola carta y la acento en la mesa, fue un todo o nada, reaccioné si meditarlo, no había otra opción, separe mi par de reyes y el dos de tréboles y los asenté sobre la mesa, iba por la mayor, lucharía por la gloria o moriría en el olvido. Eran algo exagerados mis pensamientos, pero esa cantidad de dinero apostado lo valía, vi el pequeño montón de fichas, de cien las azules de mil las rojas, era un montón rojo, alcé la mirada y ahí estaba la suya, nos observamos momentáneamente, esa sonrisa seguía ahí demostrando que mi jugada era menor, aunque esta aun no diera su veredicto.

Repartieron las cartas, una a él, tres a mí. Levantó la carta observándola detenidamente, la sonrisa en su rostro tembló de momento, algo no le había resultando, aun había esperanza. Levanté mis cartas, un as de corazón formo la tercia, una reina de corazones y un nueve de trébol fue el resto. Nuevamente una tercia me acompañaba, no era gran cosa, pero ese temblor en la sonrisa del rival me regresaba esa esperanza perdida, ahora soy yo el que sonríe.

 

Espectador

                El ambiente viciado por el humo de los cigarros, el volumen bajo de la música y el sonido de la respiración de los jugadores es el escenario de esta final tan tensa. Todos los presentes guardaban silencio, la partida se había prolongado más de lo esperado, dos amigos entrando en terreno peligroso al apostar fuertemente en lo que parece ser la última partida de la noche. Se repartieron las cartas, se dio la acostumbrada entrada, hubo una apuesta adicional, ambos jugadores aceptaron. El monto se vuelve considerable, miles de pesos se ven en juego, por eso la tensión del ambiente, los jugadores observan al rival de reojo, mantienen su mirada fija en las cartas.

                Me hice otro preparado para relajarme un poco, aunque no jugaba el observar estas partidas pone a cualquiera de nervios. Tomé mi preparado junto con un platón de botanas y los llevé a la mesa. Me senté en un espacio libre, los demás presentes se iban aproximando ya que el final estaba por llegar. Uno de ellos sonrió al ver sus cartas, mientras que el otro se llevo la mano al rostro. Fue un poco obvio muy lejano de lo actuado, la desesperación se vio presente en el, no había sido su noche, era raro, nunca se mantenía tanto tiempo en una partida y menos perdiendo tales cantidades y aun así seguir. Siempre queda el factor de la suerte,  con un poco de ella se es posible recuperarse aunque se las este viendo negras. Pero la suerte no estaba con el esta noche y si con su rival, al comparar sus miradas se observaba una enorme diferencia, una era de victoria y la otra de una derrota anunciada.

                Esta parte de la partida era más rápida, con varios jugadores fuera los pasos eran más ágiles y las jugadas mucho más rápidas. Observaban, cambiaban y mostraban. Fácil y rápido. Uno ganaba el otro perdía, no existía el empate, en el raro caso de jugadas iguales, el valor de las cartas mostraba al ganador. Pero esto rara vez ocurría.

                Uno de los jugadores pidió un solo cambio, la jugada en sus manos debía ser prometedora o demasiado arriesgada. El otro realizó un cambio de tres cartas, una situación completamente contraria, una jugada de poco riesgo, ausente de algo mayor a un par, en busca de una tercia, un full o un póker. Todo es posible en una partida de póker, todo se decide en el último momento.

 

Jugador 2

                Un as, una tercia y un rey. No pude evitar que mi sonrisa temblara y apareciera de momento algo muy similar a una mueca de dolor. Mi situación había cambiado completamente, mi rival había efectuado un cambio grande, el panorama me era adverso, debía optar por blofear, por asustarlo, intimidarlo. Puse mis manos sobre las fichas, moviéndolas al centro de la mesa.

-Voy con todo- La habitación completa guardo silencio ante mi exclamación, solo se escuchaba su respiración y el bajo volumen de la música. Logré mi cometido, la sonrisa en mi rival desapareció de golpe, todo signo de fe o esperanza en la victoria se acababa de esfumar. Lo logré, lo tenía donde quería, de nuevo mi rostro expresó todo lo que sucedía en mi interior, no pude controlar mi sonrisa ante el rostro intimidado del rival. Todos lo voltearon a ver, sudaba, transpiraba la angustia, sus ojos mostraban el temor que le había ocasionado mi movimiento, fue algo inesperado que había alcanzado su finalidad. Cruzamos nuevamente la mirada, acento sus cartas en la mesa, paseó la mirada, primero me vio a mí, luego a su montón y por ultimo a sus cartas. Puso sus dos manos sobre el montón restante y las empujo al centro. No dijo nada, ningún presente dijo nada, solo faltaba mostrar las cartas, lo había vencido en la ronda pasada y lo volvería a hacer.

-Muestren sus cartas-Dijo uno de los presentes impaciente por saber el resultado. Ya no había más que hacer, era el momento de saber quien era el ganador. Asenté mis cartas dejando ver mi tercia, ¡esta sería mi noche!

 

Jugador 1

                Las palabras de uno de los presentes me retumbo en los oídos, era el momento, había apostado todo, me dolería hoy, mañana y pasado, no había sido racional, había jugado por jugar y pagado por ver, me merecía la sentencia final. Mi rival cantaba victoria a gritos con tan solo mostrar su enorme sonrisa, mi festejo había durado poco, mi sonrisa se esfumo cuando empujo todas sus fichas al centro de la mesa no dejándome otra opción que seguir sus pasos y apostarlo todo. Una parte de mi sospechaba de un posible bluf, pero la otra agonizaba ante la suposición de que la tercia no fuera suficiente, todo era posible en este momento, observe el montón y luego a el, comenzaba a sudar, esta no había sido mi noche.

                Llegó el momento, mi rival asentó las cartas en la mesa, a un lado del montón de fichas, figuraba una tercia, suspiré, volví a observar las cartas y luego a él, su sonrisa desapareció. Suspire de nuevo, tomé aire y asenté de golpe las cartas dejando ver la jugada final.

   

                                                                                        "El temor y la angustia, provocadas 
en una mesa de póker, son hoy,
fuentes  de mi inspiracion"
Mario Ovies Gage

2 comentarios:

mikelo22 dijo...

me gusto sobre todo.... el comentario final... la angustia en una partida de poker es hoy fuente de mi inspiracion... :P no me gsutan las cartas... pero esta bien. tambien me gsuto lo del espectador...que se leia rapido porque asi lo ameritaba....

Valkeiser dijo...

En lo personal, mi historia (tuya) favorita...
Las cartas, la apuesta, el azar, la incertidumbre, el engaño, el vislumbrar la desesperación. Todo esto en apenas unos cuantos párrafos.
Las diferentes perspectivas fue un toque excelente. El final... un poco predecible, de mensaje trillado (el que no arriesga no gana), pero aún así bien.
La trama sencilla, cotidiana y complicada en la cual casi todos se pueden sentir identificados (a mi parecer).
En conclusión, una historia excelente, No sigas así, sé mejor...