viernes, 1 de mayo de 2009

"Carta familiar"


"Carta familiar"




¡Era el día! Por fin había concluido tan larga semana. Me levanté, me puse las pantuflas y corrí a despertar a mis hermanos. La casa seguía a obscuras, entre al cuarto de mis hermanos mayores, el aire era pesado y el olor peor, ambos roncaban. Me apresure a llegar a la ventana, corrí las cortinas y la abrí para que circulara el aire. Uno de ellos se levantó.

-¿Qué haces Javier?-

-Ya es hora Juan, es hoy- La cara del muchacho cambio, el sueño desapareció de su rostro, se levantó y salió corriendo del cuarto.

-Voy a despertar a las niñas-

Rodolfo seguía roncando, me aproximé a su cama. Tenía prohibido despertarlo, arriesgaba mucho al hacerlo, pero la situación lo ameritaba. Todos esperábamos con ansias el domingo. Lo sacudí con fuerza. Mi esfuerzo fue inútil, me empujo de un golpe y se cubrió con el cobertor.

-Déjame o te mato-

-Rodolfo, es domingo, despierta- La mención del día nuevamente tuvo el efecto esperado. El muchacho se levantó con los ojos bien abiertos, observo a ambos lados y luego corrió en dirección al baño.

 

La casa cobraba vida, se escuchaban pisadas que iban de un lado a otro, gritos y regaños, parecía un total caos, pero al contrario, era el orden ideal causado por la fecha especial. Despertar a mis hermanos era la parte fácil, ahora estaba atrasado, debía regresar a mi habitación cambiarme y ponerla en orden. No era nada fácil, mi cama, la ropa, zapatos, libros, juguetes y recoger la basura. Si quería sentarme a un lado de papá debía ser rápido y eficaz, tenia la ventaja de que mi cuarto fuera pequeño, pero mis hermanos eran más. Rodolfo y Juan desde hacía tiempo habían desistido, eran lentos y torpes, además de que su cuarto suele estar completamente desordenado para este día. Mis hermanas eran otra historia, Cristina, Sofía y Jimena, eran todo lo contrario a nosotros, su cuarto estaba siempre impecable y sus camas parecían hacerse por arte de magia. Su problema era el momento de arreglarse, aunque tuvieran un baño para ellas solas, la mayor, Jimena, poseía el privilegio de usar el baño y primero, y por ende tardar una eternidad.

Con el tiempo todos hemos desarrollado técnicas, mientras uno de mis hermanos se cambia el otro ordena la habitación, intercalándose para terminar mas pronto. Mis hermanas se turnan los cepillos pero todos sabemos muy bien que no es conveniente hacer trampa, mi madre, después de hacer el desayuno,  mientras nosotros comemos ella sube y checa las habitaciones. Un día dije haber limpiado mi habitación. Grave error, descubrió que todo se encontraba bajo mi cama, fui castigado por mentir y me quede sin estar presente.

El tiempo paso volando, las ansias eran muchas, todos esperábamos este día. Mientras cunde el caos en el piso de arriba, mi padre suele regar las plantas y limpiar el coche. El gran tamaño del vehículo le lleva su tiempo. Para cuando termina el desayuno ya esta en la mesa. El desayuno al igual que muchas de las actividades de la casa tiene sus reglas, el primero en llegar se lleva todo. Desde ser el primero en comer, hasta poder escoger donde sentarse en el coche. Por eso luchábamos todos los domingos, pero en especial, por una sola cosa, los domingos además de ir a misa, llega la correspondencia, los abuelos y algunos tíos nos mandan cartas y el primero en llegar a la mesa tiene el privilegio de abrirlas. En algunas ocasiones llegan paquetes y la emoción es el doble. La semana pasada una de mis hermanas había sido la primera, yo llevaba semanas invicto, mi estrategia era invencible, pero las niñas hicieron un trato, se repartieron el botín. Cristina la más pequeña había logrado vencerme, no sabía cual era su nueva estrategia pero no me dejaría vencer tan fácil.

 

Mi cuarto no comprendió mi convicción por ganar, estaba completamente desordenado, mi madre me lo había estado advirtiendo pero el ir a la escuela y salir a jugar con los amigos se llevó todo mi tiempo. Ordenarlo fue una tarea titánica. Cuando baje las escaleras el desánimo fue máximo, todos se encontraban sentados, solo faltaba mi padre y mi madre seguía friendo los huevos. Las desventajas de llegar al último se hicieron presentes, las botellas de leche estaban vacías al igual que el plato de pan. Me lo tenía bien ganado, no solo había llegado de último si no que mis hermanas nuevamente se repartían la victoria ya que Sofía apenas dos años mayor que yo se acababa de sentar entre ellas.

-¿Qué paso Javier, ya van dos semanas que no llegas de primero?- Dijo mi madre trayendo consigo el platón con los huevos. Mi cara fue suficiente respuesta para que todos en la mesa soltaran la carcajada.

-¿Cuál fue el chiste?- Pregunto su padre que se limpiaba los pies en la entrada. Mis padres se besaron y luego tomaron asiento entre risas y luchas la comida fue siendo servida, mis hermanas tenían el derecho pero mis hermanos tenían los brazos más largos. Mi madre tuvo que poner nuevamente el orden mientras que mi padre solo reía. No siempre es así la situación, esto solo pasa los domingos, entre semana la competencia es menor ya que solo es por la leche o el jugo pues los lugares en el automóvil están asignados, Rolando acompaña a mi padre al frente y en los asientos de atrás las niñas van a la derecha y los niños a la izquierda, no es negociable ya que fue una orden de mi padre.

El resto del desayuno es aburrido, mis hermanos combaten el hambre como si fueran los nazis europeos, ya que todo el tiempo sale en las noticias, mis padres lo comentan y hasta el presidente habla de ello. Mis hermanas como siempre difieren de mis hermanos, ellas luchan por que se les de menos, al principio se quejaban por separado, pero descubrieron que en bloque eran mas eficaces. En esta casa todos hemos aprendido algo, las estrategias son eficaces entre nosotros,  pero mi madre es otra historia, sabe como combatir al bloque de mis hermanas y como controlar a mis hermanos, por eso debemos llevarla en paz con ella. La vida es más fácil con esa táctica.

Todos fueron terminando, mi padre comenzó a platicar. De nuevo recalcó que los domingos son distintos, entre semana la charla es larga, pero este día todos decimos oraciones cortas, contestamos si, contestamos no, muy bien, muy mal, bonito o feo. En un comienzo mis padres se molestaban, pero ya lo habían comprendido, no podían contra nuestro deseo de leerlas cartas. Mis hermanos añoraban leer las cartas del tío Wilbert residente en España. El los actualizaba en lo que sucedía en el otro continente. Ellos eran los que más sufrían y los que mas gozo obtenían al recibirlas ya que llegaban a tardar un mes o dos. Mis hermanas esperaban las cartas de mis tías en Acapulco y Yucatán, les platicaban sobre el mar y sus playas, sobre los barcos, los muelles y el sofocante calor, además de que adjunto en cada ocasión recibían postales de pirámides o de las playas en que habían estado. Y yo por ultimo al igual que mis padres esperábamos las cartas del abuelo, a mis padres los actualizaba con lo que sucedía en los Estados Unidos y a mi me escribía cuentos. Tengo guardados todos los que me a enviado, suelo leerlos antes de que anochezca, después de haber terminado mis deberes.

 

Una vez que terminaron todos de comer, mi padre se levantó de la mesa en señal de que todos lo podíamos seguir a la sala, tomar asiento y esperar a que trajera la pluma y las hojas limpias. Logré observar la caligrafía de mi abuelo y de mi tía en Yucatán. La cara de mis hermanos cambio drásticamente al no ver ninguna carta de mi tío, todo signo de emoción había desaparecido, mientras que mis hermanas tenían ansias renovadas por ver las posibles nuevas postales. Ellas habían llegado de primero, así que mi padre les dio permiso de acercarse a la mesa y tomar las cartas, habían llegado tres, una para cada quien.  

-¿Podemos abrirlas?- Pregunto la menor.

-Claro que pueden- No esperaron más, con el más sumo cuidado le fueron entregando las cartas a mi papá para que las abriera con el abre cartas. La supresa fue enorme cada una recibió por lo menos cinco postales distintas, coloridas y de distintos paisajes. Desde bellos edificios coloniales hasta animales salvajes en la selva, las niñas quedaron fascinadas. Yo ya no aguantaba el leer la carta del abuelo, no podía tan siquiera imaginar que nueva historia contaría, pero aun debía esperar, era turno de mis hermanos.

-Rolando, Juna, ¿qué acaso no es su turno?- Los muchachos cruzaron los brazos en señal de molestia ante el comentario, mis padres soltaron una carcajada. –Salgan el paquete esta afuera- Salieron disparados, solamente se escucho la puerta y luego una fuerte exclamación, llevaban mas de tres meses esperando. Entraron un momento después con un paquete que llevaron al patio trasero, mis hermanas se intercambiaban postales, volteé a ver a mi padre.

-Es tu turno campeón- Mi padre tomo un pequeño paquete y lo abrió, luego me lo entrego. Era un pequeño librito, de pasta desgastada y portada descolorida. El abuelo nunca me había mandado un libro, ni me había defraudado alguna vez, siempre cumplía mis expectativas, pero esta vez el regalo lucía extraño. Mis padres me observaban en busca de mi reacción, abrí el libro para echarle una hojeada. En la primera hoja leí una pequeña dedicatoria que decía; para mi nieto preferido mi más preciado tesoro. Este no era un libro cualquiera, era el diario de mi abuelo, un pequeño libro donde el escribía cuentos todas las noches después de contarlos.

Mi madre se levantó.

-Vámonos a misa, ya casi es hora- Mis hermanos regresaron corriendo y mis hermanas la voltearon a ver.

-Pero mamá falta contestarles-

Mi padre tomó el bolígrafo y una hoja limpia.

-¿Quién va primero?-

 

 

“El escribir una carta es una tradición que poco a poco se esta perdiendo . Les puedo asegurar que el recibir una postal o una carta escrita a mano les causara mucha más alegría que un e-mail o una contestación del facebook. Es más tardado lo se, pero el escribir y expresar los sentimientos de esa manera no tiene igual, ademas que el abrir el sobre en espera de lo que habra adentro es una experiencia unica. Por esto y más los invito a todos, no diciéndoles que hoy ni mañana, a que escriban una carta para no dejar morir esa tradición”

Mario Ovies Gage.

1 comentario:

Ponxo dijo...

Me gusta la idea. Por otro lado, mi letra es pésima. :p

Me gusta la idea, en serio ajja.