jueves, 28 de mayo de 2009

“La profesión de papá”


Segunda Parte
Capítulo 1
“La profesión de papá”


La lluvia en su rostro, los paramédicos corriendo, los gritos de auxilio, un caos total, un amanecer distante, bañado de sangre, aun podía escuchar los lamentos, el fuerte sonido de las sirenas, un grito de jubilo, alguien esta bien, silencio total, los arboles se vienen abajo, el suelo se mueve, la gente se ve borrosa, todo se ve distante, borroso, el sedante corre por sus venas, el dolor se ausenta, los problemas desaparecen, el ritmo cardiaco permanece, la vida sigue su ritmo, el hombre duerme.

7:30 a.m.- Se encuentra estable- dice una voz en un tono más relajado que los anteriores, la neblina en su mente comienza a dispersarse.

-¿Eso que significa?- Dijo una voz conocida, una voz querida. Las ideas comenzaban a cobrar sentido en su mente. Fue hilando la conversación.

-Todo va a salir bien, tu papá es un hombre fuerte- De nuevo era una voz conocida. Roberto se encontraba acostado, todo daba vueltas en su mente, las voces lo mareaban, intentaba despertar, intentaba ahuyentar a la niebla, quería saber de quien eran las voces que no reconocía. Los presentes guardaron silencio, miraban a Roberto que movía levemente su brazo.

-Roberto, Roberto- Una persona le hablaba de frente, todo pasaba demasiado deprisa, sentía un enorme dolor en la frente por el esfuerzo.

-No responde, el golpe fue demasiado fuerte, debe haber daño cerebral- Se escuchó un grito en la habitación. Roberto reaccionó, reconoció la voz del médico que lo atendía, reconoció el grito. Era Fernando y Esperanza, el amigo de su esposa y su hija mayor. Ahí estaban, sin saber que el estaba bien, intentó mover los labios, pero estos no le respondían. Siguió intentando, quería decirles que estaba bien, intentó mover las manos, mover los pies, o tan siquiera abrir los ojos. Nada respondía, se encontraba atrapado en su propio cuerpo, el tiempo a su alrededor pasaba volando siguiendo el ahí sin poder hacer nada. El sueño lo rodeo de nuevo, las voces se fueron haciendo distantes, los sonidos fueron desapareciendo, los medicamentos hacían efecto. Pronto volvía a dormir.

10 u 11 a.m. A dos días del accidente.

La habitación era completamente blanca, las persianas verticales amortiguaban los rayos solares, dejando pasar una fina capa de luz. Un cuadro con paisaje de montañas, una pantalla de plasma, unas flores falsas y un sillón de color obscuro decoraban la habitación. Una niña se encontraba dormida en el sofá, de rasgos delicados, nariz fina, ojos obscuros y cabello castaño. Dormía profundamente, recargada contra el sofá con su brazo bueno, el accidente solo había dejado en ella algunos rasguños, moretones y un brazo roto a diferencia de sus padres que habían resultado gravemente heridos. Por eso ella se encontraba allí, cuidando a su padre que yacía en la cama.

Roberto despertó por un repentino dolor de cabeza, sus manos le pesaban así que necesito un gran esfuerzo para llevarse una de ellas a la cara. No tenia fuerzas, además de que esta se encontraba entubada. Al abrir sus ojos se lastimaron debido a lo claro de la habitación, intento mover el cuerpo, pero este se encontraba entumido por la falta de movimiento, comenzaba a recordar las cosas, las imágenes en su mente cobraban sentido y orden. El accidente vino a su mente.

-¡Papi!- La pequeña se había despertado por los repentinos jadeos de su padre al intentarse mover. Se levanto del sofá y corrió hacia el. Ambos se abrazaron.

-¡Papi!- dijo entre lágrimas la pequeña -que bueno que estas bien.-

-Siempre estaré aquí para cuidarte-

Las primeras tormentas del año encargadas de devolver la vida después del largo invierno cubrían por completo la ciudad. Por sus oscuras calles se escurría una sombra, un hombre que no quería ser visto entro por el enorme portón de una catedral. Secó su paraguas y se acercó al confesionario.

-Virgen María Purísima-

-Sin pecado concebida-

-¿Qué hiciste ahora hijo mío?- Pregunto el sacerdote con un tono cansado, como la de un padre que a regañado a su hijo demasiadas veces por lo mismo.

-Lo volví a hacer- Dijo el hombre en tono arrepentido.

-Pasa, te están esperando-

-Pero Padre, en verdad necesito que me confiese-

-Habla primero con ellos y luego continuamos-

No hubo contestación, el hombre salió del confesionario hacia donde se encontraban unos hombres platicando.

-Que bueno que llegas Roberto, de ti estábamos hablando- Dijo el senador con una sonrisa en el rostro.

-Muy buen trabajo hijo mío- Dijo el arzobispo.

La pequeña cerró los ojos al recostarse en el pecho de su padre, la hacía sentirse segura, tranquila, cómoda, se sentía en paz después de la tragedia, tras la tempestad por fin llegaba la calma. Ahora podía descansar en brazos de su padre, olvidar lo pasado, recordar lo bueno, dejar atrás, continuar. Todo el pasado se iba olvidando, el mal rato se iba borrando, su padre lo solucionaría, su juventud la haría olvidar, la vida seguiría su ritmo, su padre estaba a su lado, el lo solucionaría todo.

La pequeña abrió sus ojos.

-Papi-

-¿Que pasó hijita?-

-¿Mami va a estar bien?- El cambio en el rostro de su padre fue algo que no se esperaba, de momento parecía una estatua de mármol. -¿papi?-

Su padre tardó en reaccionar, su rostro seguía petrificado.

-¿Dónde esta tu madre?- Preguntó con la voz partida.

-Se la llevaron, Esperanza dijo que ella.- La pequeña no pudo continuar, comenzaron a brotar lagrimas de sus ojos, pequeños cristales recorrían su rostro en una caída frenética a las sabanas de la cama en que se encontraban. Su padre llevó su mano a la cara de la pequeña para limpiarle los pequeños cristales que le escurrían.

-Ella va a estar bien- tomó aire, las palabras no acudían al momento que el les pedía – todos estaremos bien chiquita- Soltó un llanto ahogado, su padre igual lagrimaba, se incorporó, tomó a la pequeña entre sus brazos abrazándola con ternura. –Todos estaremos bien Dani-

-De verdad que sí señor arzobispo, fue un trabajo excelente, aun sigo sin creerme cuanto lió nos causo Varunt-

-Ni me lo diga senador, es voluntad del señor que tengamos en el equipo a Roberto- Lo dijo regalándole una sonrisa y unas palmaditas en la espalda.

-Este fue mi último servicio- Replicó Roberto ignorando el halago que le acababa de hacer el arzobispo. La sonrisa en el rostro de ambos hombres desapareció, el arzobispo soltó el hombre de Roberto.

-Esto no se acaba hasta que nosotros digamos, lo debes de saber muy bien Robertito, conoces las reglas del juego, sabes que les pasa a los que no cumplen- Roberto se aproximo al arzobispo, algunas personas presentes se levantaron de sus asientos.

-Tranquilos, tranquilos,- dijo el senador algo exaltado, metiéndose entre el arzobispo y Roberto, miró a uno y luego al otro – Roberto no sabe lo que dice, ¿Verdad Roberto?-

Todos guardaron silencio, el senador se encontraba entre ambos, las sombras a lo lejos observaban, no tenía otra opción –Perdón, no se lo que estoy diciendo, claro que conozco las reglas-

-Así se habla muchacho, claro que las conoces, por algo eres el mejor- el senador sonreía, prosiguió olvidando lo sucedido – ahora solo nos falta deshacernos de alguien que nos esta causando problemas-

-¿Y quien es?-

-Su hermana,- Dijo como si no quisiera que se le escuchara, casi como un suspiro- su hermana es un verdadero dolor de cabeza-

Roberto despertó al escuchar que la puerta se cerraba. Daniela seguía dormida sobre su pecho. Esperanza se encontraba en la puerta, tomada de la mano de Carlos. Al verlos juntos no pudo resistir el sonreírles, su hija comenzó a lagrimar al ver a su padre despierto, soltó al muchacho y corrió a los brazos de su padre.

-¡Estas bien!- la muchacha lloraba, -por fin despertaste, todos estábamos muy preocupados, pensábamos que no lo ibas a lograr, no sabía que íbamos a hacer sin ti-

-Todo va a estar bien pequeña- la abrazó con más fuerza, -

La muchacha comenzó a temblar en los brazos de su padre, lloraba.

-No va a pasar nada, ya nos las arreglaremos-

-No es eso- dijo la muchacha sin dejar de sollozar.

-Entonces que es- Le pregunto su padre mirándola a los ojos.

-Es por mamá,- se limpió las lágrimas en el rostro –no me pude disculpar- su padre la abrazo nuevamente quedándose en silencio por un momento.

-Ella te amaba- respiro profundamente intentando que su voz no se quebrara –claro que te perdonó.-

-Para mí si fue un dolor de cabeza, a usted no fue al que le dispararon- exclamó el senador en un tono molesto por el comentario.

-Fue su error senador, nadie le pidió que fuera presenciar el asesinato, nos hubiéramos librado de tantos problemas, además me dijeron que usted quería festejar ahí mismo, debí dejar que lo mataran- El rostro del senador palideció, desapareció su sonrisa burlona, el no era el hombre de más poder y eso se lo hizo ver muy claro, ahora parecía un perro regañado.- Como te decía Roberto, la hermana de Varunt trabaja en el mismo departamento, esta siguiendo la pista de su hermano, esta muy cerca así que debe ser un trabajo rápido y limpio- El hombre se acomodo su traje haciéndole señas a los hombres entre las sombras –Esta vez quiero ver el cadáver.-

Roberto asintió.

-En verdad lo quieres-

-Sí- el rostro de la joven dejaba ver su sonrisa –lo quiero mucho.-

Roberto contempló a su hija, se veía feliz, enamorada, alegre. Esto lo hizo sentirse mejor, parecía haber luz al final del túnel. Su familia estaba ahí, reunida después de la tempestad.

-Papá me pica mucho- La pequeña se rascaba una de las heridas en el brazo.

-Que te dije sobre no rascarse-

-Lo sé, pero pica- la pequeña formó una mueca para mostrar su molestia.

-Ya pronto te las van a quitar, mira cuanto has mejorado-

-Tú no te ves muy bien-

-Gracias- dijo entre dientes para luego soltar una carcajada, todos en la habitación comenzaron a reír. –Yo ya estoy viejo-

-Ni tanto,- la pequeña guardo silencio, las risas pararon, alguien acababa de tocar la puerta.

-Debe ser Carlos- dijo Esperanza levantándose para ir a abrir.

La joven corrió en dirección a la puerta regresando de la mano de Carlos.

-Miren lo que trajo Charlie-

-¿Qué cosa?- gritó Dani poniéndose de rodillas sobre la cama olvidando la picazón. -¿Qué nos trajo?-

-A ti nada- dijo Esperanza en un tono burlón.

-No seas así con tu hermanita- le contestó Carlos tomándola por la cintura en un intento de posponer la confrontación. –Es una carta para tu padre Dani-

Roberto guardo silencio mientras la pequeña se volvió a sentar para reemprender su frenética lucha contra la picazón.

-Tenga señor- El muchacho le extendió la mano con la carta.

-Gracias- el sabía que tarde o temprano llegaría, pero no la esperaba, nunca quiso tener que esperarla. La carta tenia en el reverso escrita la dirección del hospital y en el destinatario se encontraba escrito en manuscrita su nombre.

-¿Quién te la mando papi?- la pequeña se había recostado a su lado.

-Del trabajo hijita, del trabajo- Su mente despegó, dejando atrás a sus hijas y al joven, dejando la pequeña habitación de hospital, dejando atrás la realidad, se transporto a una fecha tiempo atrás, un día cualquiera, una asignación más, una labor que el consideraba normal.

En ese entonces era mucho más joven, no llevaba barba y en su mano brillaba su anillo de compromiso. Era un trabajo sencillo, entregar una carta y silenciar al traidor. Eran las reglas, nadie las rompía, una vez que se entraba, eran pocas las salidas, o los jefes lo decidían, o desaparecías. La paga era inimaginablemente buena, tanta que la carga moral era infinita, se debía ser inhumano, frio o en el caso de ese joven luchar por el amor de su vida, su familia. Esta era la primera vez que se le encargaba matar a un miembro del grupo, ya había llevado acabo varias tareas, un candidato, un senador, algunos empresarios poderosos y uno que otro narcotraficante. El era bueno en lo que hacía por no decir que el mejor, rápidamente alcanzo la cima, eliminando a los que se le interponían para acabar siendo la mano de hierro del senador.

Detuvo su moto frente a la casa indicada en la dirección de la carta, era un barrio tranquilo, era medio día, la gente se encontraba en casa. Una cara se asomó por la ventana, lo esperaban. Eso no lo intimidaba, había escuchado del hombre al que tenía que silenciar, era muy astuto, intentó hacer algo que no le correspondía y eso le costaría la vida. El joven Roberto caminó en dirección a la casa, tocó la puerta. Pasaron unos segundos para que un hombre abriera la puerta, de mediana edad según parecía, calvo, de pelo color zanahoria con unas cejas tupidas, debía ser alguien importante y lo que había hecho algo grande.

-Tu debes ser el chico nuevo- El hombre le sonrió. –vamos, pasa, hace frio afuera- La reacción del hombre lo tomó por sorpresa, entraron, nunca antes había sucedido algo así, por algo este hombre era especial y por algo lo habían enviado a el a terminar con el trabajo. La casa era acogedora, de buen gusto, muebles finos y decoración excéntrica, cuadros, cruces, cortinas de colores claros, acabados de madera.

-Perdón si no me presente-

-No se necesita presentar.- Lo interrumpió para evitar contratiempos. –Aquí tiene su carta.-

El hombre se le quedo mirando, volvió a sonreír, incomodando nuevamente a Roberto.

-Si así se te hace más fácil- El hombre tomó asiento, haciendo caso omiso de lo que se le venia encima. –Es algo inhumano, lo sé, pero así debe ser más sencillo para ti- Llevó su mano al bolsillo sacando un puro. – ¿Fumas?-

-No-

-Bueno- Saco de un cajón a su lado un encendedor. –Tu te lo pierdes, nunca es malo un buen puro y menos estos cubanos que me acaban de regalar-

-Debe leer su carta- La voz de Roberto sonaba cansada, sacó su arma, el hombre la contemplo de soslayo.

-Debes tener mucha prisa pero ya se lo que dice..-

Roberto cargó el arma.

-Veo que tienes mucha- inhaló y exhaló – no hay de que apurarnos- El hombre comenzó a sudar. –Veo que no quieres charlar, pero hay algo que debes saber, un día te tocara a ti y necesitaras aliados.-

Los perros del vecindario comenzaron a ladrar con el primer disparo, el segundo y el tercero pasaron desapercibidos debido al escándalo evitando que causaran mas revuelo, la gente dormía la siesta, uno que otro se sobresalto, en especial los cercanos pero nada más. El joven Roberto cerró la puerta al salir, arrancó su moto y se fue.

Ahora le tocaba a él, en tantas ocasiones le había tocado el papel de verdugo, de la muerte, hoy a pesar de eso le tocaría el otro papel, el del enjuiciado, el de sentenciado en una habitación repleta de familiares y seres queridos. Dani estaba junto a el esperando a que leyera la carta, Esperanza y Carlos platicaban tomados de la mano en el sillón, todos tan alegres, inocentes ante lo que se avecinaba. No debía quedar mucho tiempo, debía haber alguna manera de salvar a su familia.

-Carlos podrías salir un momento de la habitación, debo decirles algo a mis hijas.- El muchacho asintió sin refutar se levantó y dejo la habitación. –Dani, Esperanza, hay algo que debí decirles hace mucho- Roberto se quedó callado al escuchar una risa que provenía de la puerta-

-Que tierno Robertito- Carlos volvió a entrar en la habitación, seguido por una mujer de cabellos dorados y ojos azules que apuntaba con un arma al muchacho. Esperanza se llevó las manos a la boca ahogando su grito mientras que Dani abrazó con fuerza a su padre. –Eso se los debiste decir con tu esposa aun presente hace mucho tiempo, ahorita no es un buen momento que digamos-

Esas palabras le revolvieron el estomago apuñalándole directamente a su corazón. Intento incorporarse acto seguido por la mujer que le apuntaba.

-Aquí la del arma soy yo- La mujer observo la habitación, pasando la mirada de Esperanza a Carlos, de Roberto a Dani. – Que bonita reunión familiar, lastima que todos deban morir hoy- pasó el arma apuntando a cada uno de los presentes. –El senador se quiso ahorrar todo esto con lo del camión, pero ya vimos que eres duro como una roca- La mujer volvió a soltar una carcajada al ver la expresión el rostro de Roberto.

-Ya me aburrí, no soy tan paciente como tu, ¿ya leíste la carta?, ¿ya le contaste a tus hijas lo que dice?- Guardó un minuto de silencio, disfrutaba el momento. - ¿Qué acaso no saben cual es la profesión de papá?-

1 comentario:

Juan Pablo Galicia dijo...

Comentario: para que sea estético el inicio, pégale los links de los capítulos de la saga a los títulos. En la edición de texto aparece cómo. Sólo búscale jaja.
Saludos.
Leyendo.