domingo, 18 de enero de 2009

"Hope" Capitulo 3

Segundo Aniversario
"Piezas de una vida que colapsa"
Segunda parte.



Capítulo 3.
"Hope"
(Esperanza)



En su mente, no había ni alegría ni enojo, era un estado medio, un estado de armonía. No expresaba sentimiento alguno, una mirada perdida, una mirada de tristeza, de reclamo, de soledad. Su pelo, recién pintado de negro, le cubría parte del rostro, su modo de reclamo, su forma de darse a conocer. La joven levantó la mano, el camión se detuvo, con estrepitoso ruido, monstruosos mecanismos para detener a una bestia de tales proporciones. Se abrió la puerta. Un señor se apresuró a subir.
-Quítate de mi camino emo- Dos muchachos se subieron casi corriendo, haciéndola a un lado. La joven tomó aire, tomó fuerza y subió al camión. Mecánicamente le pagó al conductor. Recorrió el pasillo entre miradas, para sentarse en su lugar de costumbre, entre dos ventanas abiertas, ni muy adelante, ni muy atrás, un punto medio. No había mucha gente en el camión, unos señores atrás, una señora en la fila de alado y los muchachos. Los dos muchachos la volteaban a ver, planeaban algo, ella lo sabía, era obvio, su casa aun quedaba lejos, pero podía bajarse en el parque, acortar distancias, salvándose de esos jóvenes, de sus miradas, de su odio, de su falta de tolerancia, de madurez.
El camión tomó fuerza, con un rugido comenzó a avanzar. El día aparentaba alegría, estaba soleado y una fresca brisa acariciaba su rostro, despeinándola ligeramente, dando a relucir sus penetrantes ojos, mostrando la belleza tras la mascara de amargura. Los muchachos se sorprendieron al verla, al ver sus ojos, al encontrarse con esa belleza oculta, uno de ellos se sonrojo, ambos dejaron de observarla. Rápidamente se acomodo el cabello, acomodando su fleco, dándole la forma deseada. Ella quería ocultar su don, quería ocultar lo que era, la realidad, quería pasar desapercibida, algo difícil, ocultar su mirada, ocultar sus facciones, ocultar su belleza era casi imposible. Su nueva forma de vestir y de peinar, hacían su trabajo, la gente ya no la miraba por su belleza si no por su forma de vestir, de actuar, de ser.
El camión seguía su recorrido por la avenida principal. La joven sacó de su bolso su ipod, se colocó los audífonos sumiéndose en la música. A ella le gustaba lo clásico, lo suave, la armonía, la esencia. Viajaba con la música, se transportaba, ignoraba sus problemas, se alegraba. Una sonrisa se dibujo en su rostro. Los muchachos le lanzaban miradas, de nuevo se ruborizaron ante su sonrisa, eran menores que ella, uno o dos años. Comenzaron a hablar entre ellos. El camión se detuvo de nuevo, varias personas subieron al camión, entre ellas gente conocida, un muchacho guapo, algo alto para su edad, seguido por dos muchachas rubias, y luego por tres muchachos de apariencia ruda, rapados y con tatuajes. Al primero, al verla se le dibujo una sonrisa en el rostro, levanto la mano para saludarla. Ella, asustada ante la nueva situación se levantó, apretó el timbre, se abrió la puerta y en pocos segundos corría sin dirección, alejándose lo más posible del camión.
El parque estaba en frente, solo tuvo que entrar y perderse entre los arboles. El trayecto fue algo rápido dado a la velocidad que alcanzó, el centro del parque, junto al estanque, estaba casi vació, con la excepción de una pareja que caminaba al otro lado y a un niño jugando en el estanque con su madre a sus espaldas. El pequeño de rodillas frente al estanque, no tenía ojos para ninguna otra cosa que no fuera su pequeño pez.
-Miguel, cuando te cansaras de intentar atraparlo- Dijo la joven tras recuperar el aliento.
-Ayer lo agarré- Dijo sin voltearle a ver. -Se me escapó, pero no será por mucho tiempo. Hoy es mi día-
La muchacha paso de largo al niño sentándose a un lado de la madre. Un gran árbol cubría la banca, protegiéndoles del sol y dándoles una fresca brisa.
-No logro sacarle de la mente al pez, todo el día anda pensando en eso, esta obsesionado. Comienza a asustarme-
-No te preocupes, con un nuevo juguete que le compres se le pasara-
-Puede ser- Guardo un minuto de silencio, se le quedó mirando sin poder pronunciar palabra alguna. -¿Cómo has estado? ¿Y ese cambio de look? -
La joven no había visto venir esa pregunta, aunque sabia que vendría la dejo sin palabras al igual que la señora. El silencio se torno incomodo, ella comenzó a peinarse con una sonrisa mal dibujada en el rostro.
-Nada más, quería probar-
-Te queda bien, pero- Pensó lo que iba a decir. -Tus ojos no lucen, y con ese fleco, no presumes de tu belleza- La joven se sonrojo, la platica era algo incomoda, pero por respeto se quedó.
-Mamá, mamá, lo tengo lo tengo- Miguel les comenzó a gritar interrumpiendo la platica. El niño tenía entre sus dedos al diminuto pez, momentáneamente se vio la gloria en sus ojos, un brillo increíble que de inmediato se convirtió en una mirada de susto, ya que el peso le ganó y se fue de cara al agua. Su madre profirió un grito, ambas se levantaron y corrieron por el pequeño. Lo sacaron entre las dos, el pequeño salió empapado con una pequeña raspadura en el pie, comenzó a llorar.
-Vas a estar bien, no es nada que una curita no pueda solucionar-
-No es eso mamá- Dijo el pequeño sin dejar de lagrimar. -Hizo trampa-
-¿Quien hizo trampa?- Dijo la madre en un tono desconcertado ante la aclaración de su hijo.
-¿Quién más mamá? Lorenzo-
El niño de verdad estaba loco pensó la joven, se encontraban solos.
-¿Y quién es Lorenzo si se puede saber?-
-Mi pez-
En el rostro de la joven se dibujo una sonrisa, la madre solto una carcajada. Cogió a su hijo de la mano, se despidió de la joven y se marcho en dirección a su casa.
-Espera mamá-
-¿Qué pasa ahora Miguel?-
-No me despedí-
-Anda rápido, no te vayas a resfriar- El pequeño se separó de su madre, acercándose a la joven. Ella se agacho con los brazos abiertos.
-Nos vemos mañana Esperanza-
-Claro que si Migue- El pequeño la abrazó, le dio un beso y corrió hacia su madre.


La escena fue conmovedora, se fueron alejando, dejándola sola, sola con sus pensamientos. Pronto recordó el incidente del camión, y lo que eso provocaría al día siguiente en la escuela.
El haber ignorado a Carlos en el camión le costaría grandes molestias en todo el día, ya que eran compañeros de clases. Además, las dos rubias que lo acompañaban abrían visto su nuevo corte, lo cual desencadenaría que el colegio entero ya lo supiera. De nuevo suspiro. Continuó caminando por el parque. Su celular comenzó a sonar.
-¿Sí?, ya voy mamá, ya voy. Estoy en el parque-
-Me encontré con la señora Díaz- La expresión en su rostro cambió, mostrando molestia.
-Si, estaba con el, se cayó en el estanque-
-Si, sí, está bien no le pasó nada, se lo llevaron a casa-
-Ya voy, ya voy, en cinco minutos estoy en la casa-
-Bye-
Lo único que le faltaba, le esperaban en su casa, se le había olvidado la cena, Fernando y otros médicos iban a la casa. Esta sería una noche larga, la fosa ya estaba hecha, el juicio final tendría testigos. No había nada ya por hacer, resignarse y enfrentar a la bestia era la única opción factible.
El camino de regreso era simple, cruzar el parque para entrar en la torre de departamentos. Comenzaba a anochecer, el día se le había ido volando, entre la pintada de cabello, la odisea del camión y el encuentro con los Díaz, la noche comenzaba a ocupar el lugar que al día le correspondía. Las lámparas del parque comenzaron a dibujar los contornos de los arboles, las aves comenzaban a regresar a sus nidos. El parque comenzaba a cobrar vida, la actividad nocturna era mucha, gente caminando, enamorados, grandes empresarios en shorts paseando a sus perros, viejas parejas, y una muchacha observándolo todo. A diferencia de los demás, ella tenía que marcharse, no podría disfrutar más de la bella escena, tendría que enfrentar a sus padres. Una enorme molestia comenzó a rondar por su estomago.
Ya había anochecido para cuando llegó a los departamentos.
-Bonito corte- Dijo el guardia con su tono amable.
-Gracias Rolando, buenas noches-
-Te están esperando, ¿quieres que les diga que ya llegaste?-
-No, no gracias, ahoritita subo-
-Suerte…

Él viejo guardia del edificio sabía lo que le esperaba, el tiempo comenzó a transcurrir despacio para Esperanza, los botones del elevador se tornaron enormes y la decisión de apretarlos se volvía cada vez mas difícil. Rolando estaba sentado al final del pasillo, observándola, sin decir nada, ya que comprendía lo que sentía. El tic tac de un reloj circular encima de las puertas del elevador destruían el silencio, no se podía concentrar, que les diría, ellos no la comprenderían. La primera lágrima escurrió por su mejilla. Sonó el timbre del elevador, las puertas se abrieron. Gustavo el intendente se encontraba limpiando los espejos.
-Buenas noches- Dijo tragándose el llanto.
-Hola Esperanza, ¿como estas?- Las puertas del elevador se cerraron.
-Muy bien Gustavo, muy bien- Ni ella pudo tragarse su mentira, una segunda lagrima le recorrió el rostro. No quiso voltear a ver a su viejo amigo, viro la cara al lado contrario, quedando de frente a los espejos, donde su rostro, lleno de lagrimas se reflejaba infinitas veces. Detrás de ella, un señor de unos setenta años, con un bigote canoso, y el pelo completamente blanco la observaba, igual que ella observando al rostro cubierto de lágrimas.
-A mi no me parece que estés muy bien-
-No se que decirles a mis padres- Faltaban cinco pisos. Gustavo pasó su brazo sobre uno de los hombros de la muchacha apretándola en un abrazo.
-Todo va a salir bien-
-¿Y si no?- Dijo mirando por primera vez su rostro. La puerta del elevador se abrió indicando su piso. El anciano se aproximo a su oído.
-Cualquier cosa siempre serás bienvenida en mi depa- Le dio unas palmaditas.-Todo saldrá bien-
Salió rápidamente del elevador, se cerraron las puertas de nuevo quedando sola. Su departamento no quedaba lejos, era cuestión de llenarse de valor, entrar y enfrentarse a sus padres. Aunque le faltaran pocos pasos, la distancia se le hacia abismal. La cabeza le daba vueltas a una velocidad incomprensible. Girar la perilla se transformo en una eternidad. Al terminar, el tiempo regreso a su velocidad normal, la sala estaba concurrida, médicos, tíos, y uno que otro amigo de sus padres, la pequeña Dani platicaba con Fernando, el mejor amigo de su madre. Solo una mirada se fijó en la llegada de la extraña, los ojos de la madre la miraron de pies a cabeza, intentando no dar un grito, contemplaba todos los detalles.
-¡Esperanza!- Se escucho el grito de su pequeña hermana. La muchacha volteó a ver a su hermana que se le aproximaba. Varios rostros voltearon a ver a la extraña, muchos de estos perplejos al no reconocerla.
-Te ves chistosa- Dijo la pequeña escondiendo con las manos la sonrisa.
-No te burles monstruito-
-Oye- Dijo comenzándose a reír.
Abrazando a su hermana volteó a ver de reojo a su madre. Ella platicaba con sus invitados, volteando de reojo para verlas mientras se abrazaban.
Soltó a su hermana comenzando a caminar entre la gente. Faltaba alguien, debía estar ahí.
-Te va a matar tu mamá- Dijo una voz familiar, la que buscaba. -Te lo juro, mañana tal vez no despiertes-
-Me vio muy feo, pero no creo que la dejes- Su padre apoyo el brazo en su hombro.
-Claro que no la dejaré- Ambos se abrazaron. Se separaron por un momento, se quedaron mirando a los ojos.
-¿Me sigues queriendo? Dijo Esperanza de la manera más tierna posible.
-No solo te quiero hijita, eres mi adoración- Terminó la frase abrazándola de nuevo.- Ve y come algo, saluda a los invitados, te dejo que te quedes un rato pero no te desveles-


Seguía obscura la habitación cuando sonó el despertador. El silencio de su madre solamente era un mal síntoma de que se avecinaba lo peor. La corta charla con su padre era solo otro. El poner el despertador antes de tiempo era solo una de las medidas que había tomado para no enfrentarse a su madre. El temor que le infundía el simple hecho de verla era suficiente para superar la flojera. Se cambio rápidamente, despertó a su hermana y comenzó a peinarse. Al verse al espejo, no pudo evitar el contemplar a esa nueva persona, una persona completamente diferente, el antiguo color claro de su cabello ahora lo ocupaba un negro muerto, profundo, como un cielo sin estrellas de junio. Sin embargo, aunque ahora no le colgara el cabello o ya no deslumbrara como antes, sus ojos seguían cautivando, el brillo de estos, su profundidad, su belleza. Esto la molestaba, ella quería pasar desapercibida, que nadie se fijara en ellos, o eso quería creer.
Para cuando termino su hermana ya la esperaba desayunando en la cocina. La pequeña estaba desvelada lo cual la mantuvo callada. El desayuno fue rápido, unas quesadillas, jugo de lata. Salieron rápido y en silencio, su hermana no tardó en comprender la cautela así que colaboró sin quejarse. El trayecto a la parada de camión ocurrió sin ningún contratiempo. El camión llegó a los cinco minutos, subieron al camión, pagaron y tomaron el lugar de siempre. El día comenzaba a ser caluroso sin que el sol hubiera salido por completo, un cielo despejado reclamaba el firmamento. Al llegar a la escuela las dos hermanas se despidieron tomando cada una para su aula. No llevaba mucho de haberse alejado de su hermana cuando se fijó que alguien la esperaba en las escaleras de su edificio.
-Hola Perita-
-Hola Charlie- El día tranquilo y en calma había llegado a su fin.
-¿Por qué huiste de mí ayer?-
-No hui de ti, dejé mi mochila en el parque y tenía- Le tapo la boca suavemente con la mano para interrumpirla.
-Que bien se te ve-
-Je, je, gracias- La muchacha se sonrojo, lentamente comenzaron a caminar hacia el laboratorio. Por un momento ambos guardaron silencio.
-Me preguntaba si, ya que mañana tenemos la excursión- Se quedó de nuevo en silencio, me miró de reojo, se comenzaba a sonrojar. -Te quería decir algo, pero, no se si quieras-
-¿Que es?- Su mirada le llamo la atención, ese algo que ocultara le comenzó a llamar la atención. -¿Qué es?, dímelo ya-
- Te lo digo en cálculo- Se le dibujo una enorme sonrisa, le dio un beso en la mejilla y salió corriendo.

El checar en el interior de un ave no era una de las cosas favoritas de esperanza y más desde que se había unido a un grupo protector de animales, discutir con el maestro sobre el tema le había costado tener uno para ella sola y la amenaza de no pasar la materia. Ahora trabajaba sola frente a los restos del pequeño animal. La poca ventilación y la peste proveniente de los intestinos de las aves creó un ambiente pesado culminando en el desmayo de algunos jóvenes en el salón.
El maestro comenzó a gritar provocando que el laboratorio se vaciara inmediatamente dejándole a los alumnos una clase libre y a Esperanza tiempo suficiente para ir a su próxima clase. La doble clase de biología la dejaba a una hora de la clase de cálculo, el pensar en lo que le podría decir Carlos la ponía de nervios, ansiosa. Ignoró en su totalidad la clase de literatura, aunque fuera su favorita. Solo alcanzaba a ver como el maestro movía la boca sin escuchar palabra alguna. Su mente estaba lejos, ella estaba enamorada de él. No se lo podía decir, eran amigos, amigos desde pequeños, amigos de toda la vida, tenían un lazo fuerte un lazo que no podía destruirse por un simple enamoramiento, ella tendría que vivir con eso.
-¿Señorita Esperanza?-
-¿Sí profesor?-
-Te hice una pregunta. ¿No vas a contestar?-
-Quien mata a Macbeth- Dijo en voz baja su amiga Luz.
-A ver Luz ya que tienes tanto entusiasmo por ayudar a tu amiga dinos la respuesta-
-¿La misma pregunta?- El maestro se cubrió la boca en señal de molestia, algunos alumnos comenzaron a reír.
-Sí. La misma si nos haces el favor- Su última palabra se vio acompañada por el timbre. Los alumnos se levantaron rápidamente para salir del aula.
-No tan rápido- Dijo el maestro levantándose de su silla. -Para el lunes me traerán un ensayo de Macbeth, quiero buenos trabajos, tendrá el valor del examen-
Se escucharon aullidos de desaprobación y una que otra protesta, el maestro guardo sus cosas y salió del salón, pronto todos siguieron su ejemplo, guardaron sus cosas y se dispusieron a salir. Solo faltaban quince minutos, los alumnos avanzaban en hileras al comedor, formaban grupos, comían, jugaban, gritaban, platicaban. Ella se alejó de los grupos grandes, tomando un lugar cerca a la salida del comedor. La gente que entraba se le quedaba viendo, algunos murmuraban, ella tenía cosas mejores en que pensar, ignorarlos no sería problema. A su lado se sentó Luz y pronto se le unieron más en la mesa.
-Solo me faltaba eso, un ensayo, ¿en que estaba pensando el maestro?- Dijo Luz algo molesta.
-De que te quejas, yo tengo tarea de algebra y cálculo- Le contestó Gerardo.
Esperanza dejó de prestar atención a la conversación, miraba fijamente a Carlos que acababa de entrar al área del comedor. Ambos se dirigieron una sonrisa. El muchacho se acercó a la mesa Se sentándose en el espacio libre entre Luz y Esperanza.
-¿Cómo esta la chica emo? Todos en la mesa guardaron silencio, Carlos reía para sus adentros, la muchacha no pudo más que sonrojarse, todos guardaron silencio en espera de su respuesta.
-Bien, las clases pasaron volando-
-Para ti, algebra fue una pesadilla- Dijo Gerardo.
-Ya entendimos que tu clase fue mala Gera pero no es para que nos lo andes repitiendo cada cinco segundos. Tengo hambre, me acompañas por unas papas- Dijo Luz levantándose de la mesa.
-Claro-
Una vez que se alejaron Carlos volteó a ver a Esperanza. La abrazó con fuerza y le dijo.
-De camino a cálculo te digo mi plan-

Los quince minutos pasaron volando, platicaron todo el rato, ignorando las insinuaciones de Luz para llamar su atención. Al sonar el timbre se levantaron rápidamente para evitar el río de gente, los pasillos estaban vacios, así que llegaron sin apuros al salón de cálculo.
-Ya no aguanto más, cuéntame tu malvado plan.
El muchacho se quedo mirando por la ventana.
-Es que. No se si quieras-
-¿No se si quiera que?-
-Es por lo de mañana-
-¿La excursión? ¿Que tiene la excursión? Dime ya, me estoy comenzando a enojar- Cruzó sus brazos en señal de molestia.
-No te molestes- Respiró hondo, como alguien que necesita fuerzas.
-Dale dilo antes de que lleguen todos-
-No hay que ir mañana a la excursión- Lo dijo rápidamente arrastrando las palabras.
-¿Y porque debería de faltar a la excursión?
-Porque te voy a invitar a dar un paseo-
-Me das a escoger entre una excursión con todos nuestros amigos a ir contigo de paseo-
-¿Eso es un sí? La sonrisa en su rostro era contagiosa.
-Claro-

El resto del día pasó volando, los alumnos salieron de las aulas llenos de alegría por el final de las clases. Era un día caluroso, se había pronosticado que en la semana llovería, así que era un día para salir y disfrutar, antes de que la lluvia llegara. Los dos muchachos se fueron juntos, tomaron el camión como de costumbre y bajaron en el parque a unas cuadras de los departamentos en que vivía Esperanza. Caminaban entre los arboles, llenos de hojas y aves, el parque estaba repleto de niños y madres, gente corriendo, gente jugando, todos aprovechando el que no lloviera. Ambos caminaban muy cerca, Carlos tomó la mano de Esperanza.
-¿Te molesta?-
-No, claro que no- Dijo la muchacha.
Siguieron caminando, disfrutando del momento, del fresco, de la paz que esos gigantescos arboles proporcionaban. A lo lejos, en las montañas nevadas se observaban las nubes que se aproximaban, el contraste del cielo azul y las nubes negras, el paisaje era hermoso. El muchacho se detuvo, se observaron, un lenguaje silencioso, armonía total, dos cuerpos que se acercan lentamente, los arboles, las aves, todo en total silencio, dos seres que se unen. Un celular comenzó a sonar, ambos se separaron, la escena terminó, se sonrojaron y miraron a sus bolsillos.
-No es mi celular- Dijo Carlos.
-Es el mío- Sacó el celular. –Es mi madre-
-¿Qué pasó mamá?-
-Estoy en el parque, voy de cam- Se vio interrumpida por los gritos de su madre, el rostro de Carlos y el suyo cambiaron.
-Perdón mamá, te lo juro, se me olvidó-
-¡Mamá no!-
-¡No puedes hacer- La muchacha se quedó callada con el teléfono aun pegado al oído.
-¿Qué pasó? ¿Qué te dijo?-
-Mi mamá esta muy molesta, se me olvidó Daniela en la escuela-
-¿Te tienes que ir?-
-Sí-

Toda la alegría del día se había desvanecido, se separaron sin más palabras que un adiós y hasta mañana, un beso en la mejilla, lentamente separaron sus manos, se alejaron, ahora ella tenía algo nuevo en que pensar, en su madre. La llamada había sido corta, solo había escuchado los gritos de su madre por haber dejado a su hermana sola en la escuela, el retorno a casa se le hizo eterno, recorrer el parque, saludar a Rolando, tomar el elevador, recorrer el pasillo, toda una eternidad en espera de los regaños de su madre. Al llegar se encontró con Daniela y su padre, la pequeña hacía su tarea mientras su padre roncaba recargado en el sillón.
-Hola Dani, perdón por lo de hace rato-
-Hay no importa, tomé el camión yo solita, como me enseñaste- Ambas sonrieron.
-Me iré a mi cuarto entonces, hay le dices a papá que ya llegue-

Cerró la puerta de su habitación, dejó su mochila en el suelo, tomó el libro de Macbeth y se acostó en su cama para terminar de leerlo, era una tarea larga, pero a ella le gustaban esa clase de tareas, sin olvidar que era su materia favorita. Abrió el libro en la pagina en que se había quedado, comenzó a leer al mismo tiempo que sus pensamientos viajaban, el ensayo quedó en un segundo plano, ahora ella caminaba por el parque de la mano de Charlie, por la vereda rodeada de arboles, sentía el calor de sus cuerpos, esos labios soñados, ese sueño inalcanzable. El sueño la rodeo, pronto se quedó dormida.


La mañana siguiente amaneció fría, algo nublada. La muchacha despertó con la misma ropa del día anterior, con el libro de Macbeth en la cara. Faltaba una hora para que partiera el camión, se cambio rápidamente y salió disparada a la cocina para desayunar algo. Ahí se encontró con su padre que iba de salida.
-¿Quieres que te lleve? Tengo que ir a recoger a alguien al aeropuerto-
-Si no es mucha molestia-
-Llama a tu hermana y apúrate a comer algo-
-Dani entra más tarde, recuerda que me voy de excursión-
-Ah, es cierto, entonces vámonos de una vez que ya se hizo tarde-
Tomaron la nueva camioneta de su padre, una cómoda Range Rover sport del año. La ciudad estaba desierta, aun era muy temprano para que hubiera trafico. Cundo llegaron a la escuela Esperanza se bajó de la camioneta tras despedirse de su padre. Los camiones que los llevarían estaban estacionados a un lado de la entrada principal de la escuela. Muy poca gente había llegado, algunos maestros y uno que otro alumno. La joven siguió de largo el punto de reunión y se sentó debajo de los arboles. Los recién llegados estaban con suéteres y chamarras, todos llevaban pesadas maletas que iban subiendo al camión. El lugar se fue llenando poco a poco de todos los compañeros de su generación, todos se encontraban muy animados.
-Escuche de camino que esta pronosticado que caiga nieve- Dijo Gerardo bastante animado., en ese momento llegó Luz.
-Esperanza, ¿Ya subiste tus maletas?-
-Ya las subí-
-¿En que camión?-
-En el primero-
-Ese ya esta lleno, mas te vale haberme guardado un lugar-
-Le dije al profesor José que te guardara un lugar-
La muchacha no se esperaba esa respuesta, así que salió corriendo con sus maletas para llevarlas al camión. Regina una compañera del grupo se acercó a Esperanza y en voz baja le dijo:
-Dice Charlie que te espera adentro-
-Gracias-
-Segunda llamada para que suban a los camiones- Dijo el profesor por el micrófono. –Suban su equipaje en el segundo camión-

Los pasillos estaban vacios, los alumnos de otros grados aun no llegaban. No había rastro de Charlie por ninguna parte.
-¡Ey, ey, chica emo, por aquí!- El muchacho hablaba desde uno de los salones vacios.
El la tomó por la mano y corrieron por los pasillos de la escuela.
-A donde me llevas- Dijo Esperanza casi sin aliento.
-Ya veras, ya veras, tu solo observa-
Salieron por la entrada trasera, rodearon la escuela y esperaron hasta que los camiones se fueran. Recorrieron la calle que llevaba a la escuela, algunos alumnos comenzaban a llegar, el estacionamiento poco a poco se llenaba de coches.
-¿Y ahora que hacemos?-
-No te preocupes, tú solo sígueme-
Continuaron sin hablar, salieron de los terrenos de la escuela y siguieron caminando en dirección al centro de la ciudad. Los altos edificios, el tráfico y altos arboles de aspecto grisáceo era el paisaje de la ciudad. Recorrieron varias calles, poco concurridas por la hora, hasta encontrarse de frente a un enorme edificio, con un pequeño colgante: “Museo de arte contemporáneo”
-Ya llegamos- Dijo Carlos asombrado de haberlo logrado.
-¡El nuevo museo!- Dijo la muchacha sorprendida. –No sabía que ya hubiera abierto-
-Pues ya vez, entremos-
Sin dudar ni un segundo, se volvieron a tomar de la mano entrando al museo con una enorme sonrisa en el rostro. El museo era grande, cinco pisos de una antigua casa de los hombres ricos de la ciudad. Era una joya clásica, enormes espejos con bordes de oro, fuentes, candelabros, figuras de mármol, chimeneas, lujosas cortinas y alfombras, el lugar parecía hogar de reyes. En las paredes, lucían los cuadros de arte contemporáneo en contraste con lo clásico de la casa, se sentía la armonía y el contraste de las dos artes. Los muchachos caminaban observando los cuadros, comentando sobre ellos, entre cuadro y cuadro se lanzaban miradas, se sonrojaban, platicaban sobre ellos, sobre sus pintores, opinaban sus gustos, sus preferencias. Cada piso era diferente, uno para las pinturas, otro para esculturas, cada piso un arte nueva, diferentes conceptos, formas de ver, formas de expresar. Después de un rato fueron al jardín central de la casa, donde había un pequeño restaurante. Se sentaron en una mesa con sombrilla.
-Le voy a llamar a mi mamá para decirle que no fuimos a la excursión- Dijo Esperanza sacando el celular de la bolsa. –Oh, se me olvido cargarlo-
-Toma te presto el mío- Tomó su celular y se lo pasó. –De una vez pide chance y te invitó a comer-
Marco una vez. Esperó los timbres. Buzón.
-No contesta-
-Vuelve a marcar-
Volvió a intentar. Sonaron los timbres. Buzón.
-Mejor vamos a mi casa, ahí te invito algo de comer-
-Nada mejor que la comida casera-


El camino de regreso fue corto, tomaron un camión, recorrieron dos cuadras para encontrarse de frente al edificio departamental. Saludaron como de costumbre a Rolando, tomaron el elevador.
-¿Papá, mamá?-
-¿Hay alguien?-
Nadie respondió, el departamento estaba vació.
-Qué raro, deberían de estar aquí-
-Abran salido, mejor llámalos- Dijo Charlie sentándose en un banquito del comedor. Esperanza tomó el teléfono.
Comenzó a sonar una grabación en el teléfono.
-Mi mamá no ha pagado-
-¿Porque no le llamas a tu papá?-
-Nunca contesta cuando esta trabajando-
-Intenta- Le extendió la mano con el celular. La muchacha lo tomó, marcó de nuevo. En el estudio comenzó a sonar el timbre del celular.
-Ya vez, que te dije, nunca contesta- El muchacho comenzó a reírse por el comentario.
-Bajemos a comer algo, ya se esta haciendo tarde y tengo mucha hambre-
Salieron del edificio el sol comenzaba a ponerse, las nubes de tormenta se aproximaban, el viento acariciaba sus rostros, alborotaba sus cabellos.
-Esperanza- Carlos la detuvo de un jalón. –Tengo algo que decirte-
Un sol agonizante alumbraba sus rostros.
-¿Qué cosa Charlie?-
Se vieron a los ojos. Se acercaron lentamente. A lo lejos cerca de las montañas, en la autopista un coche frenaba, la lluvia lo evitaba, un impacto mortal.
Entre ellos, se forma un lazo, sus labios se unen. Dos seres que forman uno, sentimientos encontrados ahora se expresan en un solo beso.
Un grupo de socorristas corre, hay tres heridos de gravedad. El médico habla con uno de ellos, es demasiado tarde.
El sol se pone, un día termina, una vida se extingue, un amor crece entre las llamas, un amor que crece sin saber de la desgracia, un amor ciego, un amor lleno de vida.






4 comentarios:

Juan Pablo Galicia dijo...

Unir los fragmentos de las historias es un recurso muy creativo para formar una experiencia nueva y más completa. Sobre todo por el obvio hecho de que tu narración ha mejorado bastante :)

Felicidades.

Date cuenta que Esperanza se duerme con el libro de Hamlet y despierta con el de Macbeth o___o

Ponxo dijo...

D hecho, con lo d hamlet y mcbeth, me imaginé q se le leyó todito, y siguió con otro. O será q es un libro porrúa con recopilación d shakespeare???
jajaja... en fin, magnífica historia, excelente uso de las situaciones,lo enlazaste con el pez, entre otras cosas. Interesate el cierre. Has mejorado un chingo, ovies, felicidades.

Ponxo dijo...

Bah, cambiaste lo d Hamlet jajaaj

mikelo22 dijo...

no he tenido tiempoooooo.....juro y perjuro lo leere...pero si esta algo largooo y aparte tengo que leer los otross.... para recordarlos....me llevara tiempo...juro lo leeo solo dame mas tiempooo...pero me parece bueno lo que hiciste entrelazar lo viejo con lo nuevo :P o para crear algo nuevo