domingo, 4 de enero de 2009

"Domingo"





“Un cuento en domingo”

Un fuerte movimiento me hizo abrir un ojo. Con la vista nublada y sin poder ver bien abrí el otro. Una mano paso por mi cabeza, me acarició suavemente entre las orejas, come me gusta. El cielo estaba obscuro, nublado. Bostecé con todas mis fuerzas, pronto comenzaría a caer agua, debía apurarme si quería mojarme, a Gini no le gustaba, pero a mi me encantaba, correr bajo el agua, empaparme, correr detrás de ella y llenarla de lodo para luego recibir un baño. Sería emocionante, pero primero, había que hacer las tareas del hogar.
Gini es mi mamá, en realidad se llama Georgina, pero todo el mundo le dice Gini, yo que sé, no es tiempo de pensar en eso, debo hacer mis tareas. Me levanté de la cama y bajé las escaleras. La primera tarea era esperar al cartero, ladrarle hasta que suelte un paquete, recogerlo y llevárselo a Gini. Luego tendría que checar el jardín, buscar que ningún gato entrara, ladrarle a los que se acercaran a la casa, checar que la zona fuera segura antes de que despertara Gini. Las demás tareas llegarían por si solas, las fundamentales debían ser cumplidas de inmediato. Al salir, me encontré con un problema, el paquete ya había sido entregado, las prioridades habían cambiado, ya era tarde, era momento de salir a reconocer. Corrí por la casa, llamándola con todas mis fuerzas, subí las escaleras y entre al cuarto. Ella seguía acostada, ladre dos, tres veces, y nada ella seguía ahí sin moverse. Me dispuse a atacar. Me aproxime a su rostro y me puse a olisquearla. Abrio la boca.
-Terry, déjame dormir.
Ataque.
-Terry, ajj, ajj.. Se levantó corriendo de la cama en dirección al baño.
El ataque había sido un éxito, me metí debajo de la cama y saqué la correa, luego me coloqué en posición.
-Terry, apenas salga, juro, juro, que morirás ¡¡pequeño demonio!!
Cuando salió, yo ya la esperaba, le ladre dos veces, retrocedí cuando ella se lanzó sobre mi, me aproxime y le mordí la oreja. Fue demasiado tarde, me atrapo y me comenzó a morder el cuello.
-De esta no te libraras muy fácil.

La batalla no duró mucho tiempo, tomé la corre, puse la mejor de mis caras y me detuve a contemplarla, le movía la cola lo más rápido posible. Ella comprendió rápidamente el mensaje, tomo la correa, me la puso suavemente y me dejo correr a la entrada. El cielo estaba completamente negro, pronto comenzaría a caer la lluvia. La espere en la entrada para que sujetara la correa, apenas la tomó, salí corriendo, comencé oliendo los puntos clave, los arboles, los postes, los letreros, las bardas, las banquetas, todo lugar posible de escondite. Debía cumplir mi misión, el reconocimiento de la zona era fundamental, por la seguridad de Gini, la zona debía ser vigilada todos los días, por eso me saca todos los días de la semana. El parque era un lugar extenso, lleno de diferentes olores, perros, aves, gran cantidad de arboles, postes, troncos musgosos y piedras. Gini me soltó para que pudiera correr por el parque, era cuestión de tiempo para que el agua comenzara a caer del cielo, checar todos los aromas, cada uno de los arboles, cada una de las rocas del parque era una ardua tarea que tenia que ser realizada con cautela, era por la seguridad de Gini, el parque podía ser grande, pero no era tan grande como mi amor por ella, lo recorrí todo y pronto mi tarea fue realizada. Cuando terminé me aproximé a ella, me acarició y me ofreció la pelota para jugar, le respondí brincando de alegría, que mejor que la pelota, este, este seria un gran día, pronto comenzaría a caer agua del cielo, jugaría con la pelota, Gini andaba de bueno humor, que mejor que eso. Lanzó la pelota y yo salí tras ella.

El despertador indicaba las 10:23 de la mañana, era Domingo, no tenía que ir a trabajar, buscando en la cama me topé con la cabeza de Terry, ambos nos habíamos desvelado, la película había estado fatal, mi viejo golden ya no estaba para desvelarse, seguía acostadote bien dormido. Sin poderme resistir le acaricie la cabeza. Abrió un ojo y comenzó a mover la cola. Le acaricié como le gusta, entre las orejas y luego su lomo, Terry se estiró y luego se levantó de la cama. Un ratito más no afectaría a nadie, escuchaba a lo lejos las patas del perro, iban de un lado para otro, comenzaba a soñar de nuevo.
Tenía tanta sed, se me hacia agua, vendían helados, pedí uno, me lo dieron, no sabia a nada, la sed seguía ahí, abrí los ojos, Terry me olisqueaba.
-Terry, déjame dormir. Volví a cerrar los ojos, ahí estaba mi helado, abrí la boca. Lo siguiente que vi, fue al gran perro lamiéndome..
-Terry, ajj, ajj. Me lo quite de encima, corrí al baño y cerré la puerta con todas mis fuerzas, metí la boca en el chorro de agua, estaba fría, no me podía quitar la sensación, agarre el desinfectante, seguido por la pasta de dientes, el sabor a menta me calmo. Me lavé la cara, el enojo había pasado, y no solo pasado, sino que desapareció y se convirtió en gracia cuando recordé lo que soñaba. Me puse una chamarra y unos pants, abrí la puerta y ahí estaba, esperándome en la cama, ladro dos veces, me lancé sobre él, retrocedió ante mi movimiento, salto sobre mi oreja y me la mordió, lo atrape entre mis brazos y lo comencé a morder.
- De esta no te libraras muy fácil.

No duré mucho, estaba muy cansada y el maldito perro tenía demasiadas energías. Movía la cola mientras buscaba algo entre las colchas, sabía lo que me esperaba, lo tendría que sacar a pasear, y mientras más pronto mejor, este perro detectaba cuando iba a llover, y llover significaba problemas, lodo en los muebles, la marca de patas por la casa y lo peor de todo, “el baño”. Le puse la correa y salimos a caminar. El parque quedaba a unas cuantas cuadras, pero él, como siempre, las convertía en una eternidad oliendo cada objeto que encontrara, postes, arboles, coches, todo lo que encontrara en su camino, los perros son así, pero, todos los días recorríamos el mismo camino y el no se cansaba de oler todo. Cuando llegamos lo solté para que siguiera olisqueando, parecía desesperado, pienso yo que debido a la lluvia, corría de un lado a otro, de aquí para allá, olisqueando todo lo que encontrara. Encontré un banquito y me senté, el no tener que trabajar era glorioso, el día era fresco, había bastante aire, y las nubes no permitían el paso de ningún rayo de sol, pronto llovería, así que el paseo por el parque debía ser lo más corto posible.
Verlo correr con tanta alegría y energía pondría de buen humor a cualquiera, hasta a mi, que disfrutaba con verlo. El viejo Terry llevaba seis años viviendo conmigo, desde que había dejado la casa de mis padres, y al no haber encontrado al hombre correcto decidí comprarme un perro. Lo encontré en un puesto en la calle, una familia acababa de tener cachorros y los habían llevado a vender, era el último, así que sin dudarlo desembolse y lo lleve conmigo a casa. Seis años ya habían pasado de eso, y el perro seguía igual de loco, así lo amaba, me acompañaba en mis momentos de soledad sin importar mi apariencia o mi estado de animo, el siempre estaba a mi lado, dándome calor, dándome su cariño, sin pedir nada a cambio. Claro, algunas veces se las cobraba, destruyéndome la sala o alguna valija. Pero que más puedo pedir, el perro se aproximaba de nuevo a mi, moviendo la cola en señal de que había terminado la tarea, me agache un momento y cogí la pelota que había traído, levanté la mano y la lancé.

La salió volando y yo tras ella. Corrí con todas mis fuerzas, cortando el viento, sentí la frescura del pasto, la pelota cayó un poco delante de mí, comenzaron a caer las primeras gotas. Me detuve para sentirlas caer sobre mi nariz, unas cuantas gotas de transformaron en chorros, el agua escurría por mi hocico. Agarré la pelota y volteé a verla.
Terry salió disparado tras ella, el viento se veía a través de su pelaje, corría como si fuera la última vez, como si nunca mas se la volvería a lanzar, corría a grandes zancadas. De pronto se detuvo. Que raro, el nunca se detenía, amenos. Sentí las primeras gotas. Una tras otra, comenzaron a caer, mojando mi cabello, formando gotas más grandes que escurrían por mi nariz, la llovizna se transformo pronto en tormenta, ambos estábamos empapados, mordió la pelota y volteo a verme. El había ganado.

3 comentarios:

Ponxo dijo...

Alegre. Apropiado para un domingo. Esperando el surrealismo.

Anónimo dijo...

mi hermana estara orgullosa jajajajaj
dani

Ponxo dijo...

Ovies... cuánto me vas a dar por concepto de robo de ideas??? ajjaja lo del zapato